La herencia del espíritu olímpico

Añoranza de los Juegos

Preocupa que se haya perdido la capacidad y determinación de trabajar juntos por un objetivo común

cobi

cobi / periodico

NÚRIA ICETA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"-Parece que no te haga ilusión esto de los 25 años de los Juegos Olímpicos."

"-Oh, es que es imposible revivir aquello. Ninguna celebración por bonita que sea podrá igualar lo que nosotros ya vivimos. Y fue tan grande!"

Una persona que vivió los Juegos Olímpicos desde la alcaldía de Barcelona me reproducía hace unos días este fragmento de conversación que había tenido con un conocido. Rápidamente secundé: "A mí me pasa igual!". Más allá de lo que hicimos o de lo que sentimos, de operaciones comerciales, urbanísticas, competiciones deportivas, polémicas políticas, errores de cálculo de todo tipo... las marcas sobre la ciudad son muy visibles, y la herencia incuestionable. Así pues, ¿qué añoro de los Juegos?

Trabajé para el COOB'92 durante dos años, organizando los servicios religiosos, construyendo lo que debía ser el Centro Abraham de la Villa Olímpica, y participando de un organismo público que, desde Barcelona, tenía una base local y ramificaciones varias en otros niveles de la administración local, nacional, estatal e internacional. Por mi trabajo, además, estas relaciones institucionales se extendían también a las de las respectivas confesiones religiosas que acogerían a la Familia Olímpica y Paralímpica. Un gran ejercicio de equilibrios y un ejemplo de trabajo en equipo! 

MÉTODO DE TRABAJO

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Tengo la sensaci\u00f3n\u00a0","text":"de que la gente vuelve a empujar desde abajo y no nos conformamos"}}

Los próximos meses se hablará mucho de los Juegos, todos tendremos mil anécdotas que contar en la maleta de la memoria, algunas incluso desagradables. Yo misma podría hacerlo, pero creo que lo que más me ha marcado personalmente no son las cosas que pasaron, sino una determinada manera de trabajar que, a menudo, añoro.

Sobre la alegría con la que se trabajaba no me entrentendré porque tenía un componente circunstancial, entiendo que era fruto de la emoción del momento. A pesar del nivel de responsabilidad y de la premura del tiempo, la consecución de un objetivo común era percibida por todos como un reto colectivo. Me preocupa mucho más, en cambio, que se haya perdido en parte esta capacidad y determinación de trabajar juntos. Si invoco el espíritu olímpico es porque precisamente veo a demasiada gente que pasa olímpicamente de los demás.

PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD

Las inercias de la administración son maquinarias muy potentes, acostumbradas a un funcionamiento vertical, teóricamente de abajo arriba pero en realidad de arriba a abajo. A la administración le cuesta, en general, recordar el principio de subsidiariedad que estuvo tan de moda hace unos años, y que en un nivel muy básico se puede resumir en preguntar primero qué es lo que hay que hacer y actuar en consecuencia, pero no inventar proyectos sin saber antes qué está haciendo la misma sociedad para dar respuesta a sus propias necesidades. Lo hemos visto dramáticamente estos días, cuando tres administraciones (local, nacional y estatal) anunciaban sendos planes de fomento de la lectura. Yo ironizaba en un tuit que para dar ejemplo quizás deberían haberse leído antes entre ellas, pero es más que eso, es esta forma de trabajar que añoro y que se basa en la colaboración entre instituciones, independientemente del color político o de su ámbito de actuación. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El escritor keniano","text":"\u00a0Ngugui wa Thiong'o\u00a0nos jaleaba hace poco en su visita a Barcelona: \"Network, not hierarchy!\" (red, no jerarqu\u00eda)"}}

También es curioso que en las últimas semanas haya coincidido con dos responsables políticos de signo y responsabilidades diversas que bienintencionadamente me han dicho cosas como "tenéis que hacer ruido" o "tenéis que organizaros como lobI" refiriéndose al sector cultural. Y pienso, caramba, ¿no se han dado cuenta de que si con algunas protestas orquestadas de la noche a la mañana hemos conseguido parar campañas como la del envío masivo y ridículo de libros a Donald Trump es precisamente porque esta red de complicidades ya estaba establecida entre los agentes del sector? ¿No solo tenemos que reclamar que actúen más coordinadamente entre ellos sino que encima tenemos que escuchar como nos piden que protestemos más nosotros?

COLABORACIÓN

Tengo la impresión de que estas redes ciudadanas son cada vez más fuertes, y más numerosas, en muchos sectores, que la gente vuelve a empujar desde abajo, que no nos conformamos, que queremos más y mejor, que no dejaremos pasar ni una.

El escritor keniano <strong>Ngugui wa Thiong'o</strong> –que ya lo ha visto casi todo- nos jaleaba hace poco en su visita a Barcelona: "Network, not hierarchy!" (red, no jerarquía). Vale la pena remarcar que si este viaje fue posible fue gracias a la colaboración entre empresas privadas (con su editorial en catalán, Raig Verd, tirando del carro, pero también con la colaboración de los editores en castellano, Penguin Random House), una institución pública (el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona) y el PEN Català (una entidad de la sociedad civil). Hagámoslo más y habrá medallas para todos.