Editoriales

Anomalías y crisis en el Hospital de Sant Pau

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Hospital de Sant Pau es un centro sanitario que presenta varias singularidades. La más visible es su propia estructura física: los pabellones modernistas iniciados hace más de un siglo por Domènech i Montaner y continuados por su hijo Domènech i Roura han alojado -no sin polémica sobre su funcionalidad- toda la actividad hasta fecha muy reciente y la Unesco los ha calificado de Patrimonio de la Humanidad. También es original la propiedad, en manos de tres fundaciones que dependen de un organismo llamado Muy Ilustre Administración en el que participan la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y la Iglesia católica, fundadora del hospital en 1401 y cuyo peso se traduce, entre otras cosas, en que el Sant Pau es de los pocos centros sanitarios concertados de Catalunya que no realizan abortos. Y, asimismo, llama la atención que el presidente del hospital sea Xavier Pomés, no porque seaexconsellerde Sanitat -lo que en principio supone una ventaja- sino porque también es el máximo responsable de las fundaciones que rigen otros dos grandes hospitales concertados de Barcelona, el Clínic y Sant Joan de Déu,

Es en esta rareza, que consideran encierra un conflicto de intereses, donde los médicos del Sant Pau encuentran la explicación del distinto trato financiero que reciben de la Generalitat en relación con otros centros sanitarios. Y como el Sant Pau ya arrastra un déficit muy importante, el temor de su personal a entrar en una etapa de decadencia que lo convierta en un hospital de segunda pese a sus novísimas instalaciones es comprensible y legítimo. Por eso ahora han estallado para denunciar el agravio comparativo. ¿Es solo una casualidad que el Sant Pau sea el único de los grandes centros sanitarios cuyo personal ha denunciado ante la justicia todos los recortes sufridos desde la Generalitat? Es de desear que sí, porque lo contrario sería una irresponsabilidad por parte del Govern, que haría pagar a los usuarios una disputa con sus empleados. Los profesionales del Sant Pau, como los del resto de la sanidad pública, están soportando con dignidad las penurias derivadas de la crisis. La buena opinión que de ellos tienen los usuarios les ayuda mucho en ese esfuerzo, y lo mínimo que pueden esperar de la Administración es que les escuche y les valore adecuadamente. Son una solución, no un problema.