Opinión | editorial

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Un año de tijeretazo

 La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

El balance de los 12 meses de aplicación del plan de ajuste para cumplir los objetivos de reducción del déficit impuestos por la Unión Europea tiene dos aspectos. El político está muy claro. El PSOE ha tenido que dirigir la economía del país en medio de enormes turbulencias y solo ha podido contar con aliados circunstanciales. Los partidos de la oposición, aunque han hecho proclamas anticrisis y duras críticas a la política económica, no se han quemado y han visto los toros desde la barrera. Por eso, el saldo de este año transcurrido es de una fuerte erosión del Ejecutivo del PSOE y en especial de su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, que ya ha anunciado que no concurrirá a las elecciones generales de marzo del 2012.

El análisis económico de este año no es más difícil, aunque sí tiene más matices que el político. El Gobierno partía de un déficit público equivalente al 11,4% del PIB en el 2009. Este desequilibrio tan abultado se había producido por las políticas de gasto con que se intentó dar oxígeno a la economía y por la fuerte caída de los ingresos. Bruselas estableció para todos los países que el déficit debía situarse en el 3% para el 2013. Por eso, el Gobierno trazó un duro plan de contención que incluía la reducción del sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones, la eliminación del cheque-bebé y la supresión de algunas inversiones públicas. Además, subió el IRPF para las rentas altas, retrasó la edad de jubilación y puso en marcha medidas de ahorro farmacéutico. También impulsó nuevas reformas.

El primer objetivo era situar el déficit en el 9,3% en el 2010, y se logró. El segundo paso es el 6% para este año, y, de momento, las cifras del primer trimestre, a la espera de los datos de las autonomías, están en línea. Tanto el FMI como la Comisión Europea han bendecido el plan y, de hecho, España se ha alejado, aunque no todo lo que sería deseable, del grupo de los países periféricos. Incluso la prensa anglosajona, tan aficionada a castigar los intereses españoles, ha aflojado su presión.

Los planes del Gobierno hasta el 2013 se basan en unas previsiones de crecimiento que, si no se cumplen, replantearán la incógnita de qué hacer, aunque el Banco de España descarta que deban aplicarse más recortes. Otra cosa es que Zapatero se sienta en la necesidad de hacer nuevos gestos reformistas cada vez que los mercados se pongan nerviosos, como sucede ahora debido a los problemas griegos.