El año de la melancolía

ANTONIO BIGATÁ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Este 2014, miles de personas se han sentado juntas semana sí semana no en el Camp Nou consumidas por una profunda melancolía. Algunos la han intentado llevar en solitario, en un esfuerzo por mantener la compostura. Otros la han compartido con los vecinos, a susurros o en voz alta. Y todos han intuido en la distancia, en las caras desconocidas más alejadas con las que no pueden intercambiarse comentarios, que también ellas estaban digiriendo el mismo vinagre. No se han sabido encontrar ni pastillas ni jarabes ni inyecciones contra eso.

Los seguidores del Barça han vivido el 2014 como en un purgatorio, pagando peaje por los placeres excesivos de la etapa anterior. Los meses han ido deslizándose alrededor de Martino y Luis Enrique mientras el barcelonismo se autoconvencía de que no había nada a hacer para paliar la melancolía reinante. Nada, ni siquiera los goles. En los últimos tres partidos de casa, el Barça ha metido cinco cada tarde, pero los culos culés, después de levantarse para subrayar el gesto de aplaudirlos, se han vuelto a replegar sobre los asientos mientras sus propietarios gruñían en silencio "no es eso".

Tampoco han resultado ser antídotos eficaces las ráfagas de buen juego. Cuando han llegado, han desencadenado celebraciones puntuales; pero pocos instantes después aquellas jugadas han sido comparadas en un picador de carne con las de aquellos años gloriosos que provocan la nostalgia. Entonces, invariablemente ha surgido un clamor  -también silencioso pero asimismo perfectamente detectable- desde la profundidad de las almas de los seguidores con un mensaje demoledor: "Sí, ha estado bien, pero no es lo mismo; ha sido cojonudo, pero solo cojonudo; ya no es como aquello".

Como el Barça del 2014 ha sido un equipo en construcción, a nadie le ha resultado complicado encontrarle pegas, y la situación psicológica colectiva ha impedido que se expandiese la sensación de que avanza intentando encarar el futuro.

En busca de argumentos

Durante la semana, miles y miles de barcelonistas ojeaban los diarios, oían las radios, hacían zaping en las teles y rebuscaban en las webs para encontrar argumentos con que alimentarla. Los días de partido, los cronistas escudriñaban los movimientos del equipo y las reacciones de la grada para almacenar primero y depositar después unos mensajes cargados de gotas de amargura.

¿Cómo será el ambiente barcelonista del 2015? El Barça ya tenía la grada mentalmente más complicada del universo antes de los años triunfales. Ahora, en esta etapa, se necesitaría que junto a cada espectador se colocase un bata blanca que recordase que después de las cosas irrepetibles hay que hacer el esfuerzo de no quedar atrapado por ellas.

Y en la tribuna de prensa sería oportuna la presencia de un grupo de cirujanos de bisturí fácil capaces de quitar presión a los cerebros que quedaron bloqueados la noche de la última Champions. Como ninguna de estas dos cosas es posible, el barcelonismo deberá ir encajando su melancolía por la vía tradicional de dejar que el tiempo haga poco a poco el milagro. Pero, ojo, no es nada seguro que ese milagro vayan a producirse este mismo 2015.