EL ADN de la semana

Año de la Luz

PERE PUIGDOMÈNECH

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Las Naciones Unidas proclamaron el 2015 como el Año de la Luz y de las Tecnologías Asociadas a la Luz. Es también el Año Internacional de los Suelos. Un tema etéreo y otro a ras de suelo. Como estar rodeados siempre de luz nos parece tan normal, puede ser oportuno que reflexionamos hasta qué punto dependemos de ella. Para reforzar la oportunidad, acaba de morir Michel Townes, uno de los inventores del láser.

Las razones de dedicar un año a la luz parecen bien fundamentadas. Se dice que el 80% de la información que recibimos nos llega por los ojos y realmente muchos nos encontramos perdidos cuando nos quedamos a oscuras. La mayoría de la energía con la que movemos nuestro mundo procede de la radiación solar, ya sea de forma directa o almacenada en forma de carbón o petróleo. El estudio de las propiedades de la luz forma un capítulo de la física que se llama óptica. Quienes organizan el Año de la Luz nos recuerdan el gran tratado de óptica de Alhazen, un científico árabe que vivió en el siglo XI en lo que hoy es Irak, y las contribuciones de algunos grandes físicos como Newton, Maxwell o Einstein.

La óptica era hace 50 años una ciencia bastante aburrida, pero se despertó con descubrimientos como el láser. Ahora lo usamos en multitud de aplicaciones, incluso como juguetes, y sin estar conectados por fibra óptica en muchos lugares no habría internet de alta velocidad. La investigación sobre la luz continúa y está abriendo nuevas posibilidades. Tenemos el Laboratorio de Luz de Sincrotrón y un centro excelente, el Icfo, dedicado a una nueva disciplina, la fotónica. De la fotónica podemos esperar mejoras en la capacidad de transmisión de la información y de la energía o para construir computadoras más rápidas. La medicina está siendo revolucionada por las técnicas de ADN, pero también por las imágenes que obtenemos del interior de nuestro cuerpo y en particular del cerebro. Gracias a ellas se va haciendo la luz sobre cómo somos por dentro.