Peccata minuta

Anna y Nicolás

La persona es el único animal que sueña, y esto, gane quien gane de los mentirosos amateurs, no nos lo podrán prohibir

JOAN OLLÉ

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A Catalunya, en el fondo, le encanta imitar a España, ya sea en nacionalismo (himnos vibrantes y enormes banderas), ya en corrupción, o en la sabia mezcla de ambas cosas, que es lo que se lleva. Si España tiene su pequeño , no podíamos ser menos y Ana Allen es su nostrada homóloga. A él le vemos inmortalizado con las más altas instancias; ella, a falta de pisar alfombras rojas, se las imagina. Se complementan el uno a la otra como churros y chocolate. Según la señora Wikipedia, Anna nació hace 33 años en Girona. ¿Será verdad de la buena? ¿Se apellida verdaderamente Allen o es un eficaz seudónimo en homenaje a Woody/Zelig? En una foto, la bella actriz luce una camiseta con la palabra McGuffin, aquella expresión que Hitchcock utilizó para referirse a los elementos de suspense que sirven para que los personajes avancen en la trama argumental, pero sin ninguna importancia en el desenlace. No: Anna, a pesar de que figure en su curriculum (¿o ridiculum?) ser embajadora de la asociación Fight Aids junto a Estefanía de Mónaco o haber sido invitada a la última ceremonia de los Oscar, donde lució pendientes de oro blanco con diamante central en forma de pera y anillo de pavé de diamantes que le prestó la prestigiosa joyería Suárez, es solo un McGuffinuna pista falsa que entretiene, pero que no conduce a nada.

Trastornos diferentes

Pero Anna y Nicolás padecen trastornos muy diferenciados, casi antagónicos: él se retrata de verdad con políticos de verdad, mientras que ella, la pobre, se queda en la ilusión del fotomontaje. ¿Para qué decidió Anna ser actriz, oficio presidido por la mentira de ser y no ser al mismo tiempo Antígona o Lady Macbeth, sino para vivir otras vidas más excitantes que la suya? Una mentira en el Parlamento es un millón de veces más grave que el «dime una mentira, Johnny», de Johnny Guitar. ¿No mienten inexistentes carreras universitarias sus señorías? ¿Por qué no puede nuestra actriz presumir de tomarse un nespresso cada dia con George Clooney si le quita el sueño no hacerlo? ¿No puedo escribir aquí y ahora mismo que anteayer vi una manada de unicornios azules saliendo de la Sagrada Família?

El buen Ovidi Montllor, de quien ahora se cumplen 20 años de su muerte, lo tenía muy claro: «Plovia aquell dia perquè vull! Perquè tinc ganes que plogués! / Tenia jo un paraigua perquè vull! Perquè tinc ganes de tenir! / Vaig dir-li de tapar-la perquè vull! Perquè tinc ganes d'ajudar. Va arrapar-se a mi perquè vull! Perquè tinc ganes d'estimar!».

Estoy contigo, Anna: la persona es el único animal que sueña, y esto, gane quien gane de los mentirosos amateurs, no nos lo podrán prohibir. ¡Ah, por cierto! Me ha dicho Nicolás que le llames, que no puede vivir sin ti.