El oficio de escribir

Anatomía de un cuento

La literatura costumbrista está hecha de los añicos que hay a nuestro alrededor. No todos los oficios te cambian el modo de mirar

Una mujer toma nota en una agenda.

Una mujer toma nota en una agenda. / periodico

JENN DÍAZ

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Acababa de de aparcar el coche frente a casa, y mi vecino se detuvo con su bicicleta delante de mí. Que se alegraba de ver que ya me había sacado el carnet, que era muy importante tenerlo, y más una mujer joven como yo, era muy importante, y yo le dije que me había cambiado la vida, porque era verdad. Volvió a contarme que cuando él vino a vivir no había ni la mitad de las casas. Me dijo, otra vez, que la piscina que tenía nuestra casa la había hecho él, se la había encargado el dueño. A mí me gustaba encontrarme con aquel vecino, el señor Manuel, porque siempre tenía alguna anécdota preparada. Mientras charlábamos, salió a la calle, medio desnuda, la vecina de delante. Quería que el señor Manuel le abrochara la camisa, porque ya no tenía fuerzas y era incapaz. El señor Manuel, avergonzado, le dijo que mejor que se la abrochara la chica, que era yo. Me preguntó algunas cosas, mi vecina, mientras la abotonaba. Cuando le dije que era escritora, me dijo que no le gustaba leer. 

Bien, de esa anécdota y de algunas historias más que me había contado mi suegra de cuando, efectivamente, mi casa no era aún mi casa, y la piscina de al lado era la más grande de la zona, y los niños hacían campeonatos de natación todos los veranos, nacieron dos cuentos. El señor Manuel murió, y el cuento es casi un homenaje. La mujer de delante, la de la camisa desabrochada, también murió. Solo llevamos dos años viviendo aquí, pero empezamos a quedarnos solos a nuestro alrededor.

De una salida en bicicleta por Extremadura (en la que nos encontramos con un cartel que decía, medio escondido tras las carreteras y los árboles, Camino a la vida) y de los vídeos que una mujer cuelga en sus redes sociales bailando y conectándose con no sé qué más allá, nació otro cuento. La literatura costumbrista es así, está hecha de los añicos que hay a nuestro alrededor... por eso vivo así, en alerta, atenta. No todos los oficios te cambian el modo de mirar.