GENTE CORRIENTE

Ana María de la Torre: "Es verdad que nos envenenaron como a chinches"

Víctima química. Arruinó su salud fregando en un hotel de lujo. A sus 61 años, lleva 13 buscando justicia

Ana María de la Torre, delante de la estación de metro de Fabra i Puig, el pasado viernes. JAVIER CARBAJAL

Ana María de la Torre, delante de la estación de metro de Fabra i Puig, el pasado viernes. JAVIER CARBAJAL / periodico

GEMMA TRAMULLAS / Barcelona

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Ana María llega a la cita acompañada de su hija y su yerno. Desde que en 1999 resultara intoxicada por una fumigación con organofosfatos en su lugar de trabajo, su salud no le permite desplazarse sola largas distancias. Con ella trae un dosier con centenares de informes legales, técnicos y médicos.

- Hay demasiado ruido en la calle, ¿entramos en una cafetería?

- Mejor hablamos fuera, si entro es fácil que me ponga mala. Me tomo 15 pastillas cada día, ¿sabe?, cinco de ellas para la depresión. Le he traído la lista por si la quiere ver.

- ¿Antes de caer enferma, cuántas tomaba?

- Solo la de la tensión.

- ¿Para la depresión nada?

- Nada, ni siquiera creía en la depresión. He sido una persona que he sacado siempre mi casa adelante. A los 8 años me hice cargo de mis tres hermanos, la más pequeña con 6 meses, y me puse a trabajar.

- ¿De qué trabajaba a esa edad?

- Fregaba. Cuando no estaba cuidando de mis hermanos, limpiaba casas. Iba a la escuela cuando podía, pero nunca hice un examen. El graduado escolar me lo saqué a los 15 años. He podido con todo lo que me han echado en la vida, hasta ahora.

- ¿Cuándo empieza su calvario?

- En febrero de 1999 entré de camarera de piso en el hotel Hilton de la Diagonal, haciendo camas y limpiando lavabos. El 10 de marzo me incorporé tras un día de fiesta y me mandaron a limpiar. Yo no sabía que hacía poco habían fumigado, pero veía que la gente estaba rara: que si fulanita se ha puesto mala, que si a la otra le han dado unas gotas... "¡Qué exageradas!", pensé. Y fui pasando, hasta que también empecé a ponerme mala cuando entraba a trabajar.

- ¿Qué síntomas tenía?

- Me subía un hormigueo por el cuerpo y sentía ahogo, dolor en el pecho, agotamiento, me lloraban los ojos, no veía bien, tenía lapsus mentales... En urgencias decían que eran crisis de ansiedad. Me pasaba el día en la cama y los síntomas se iban agravando. Estuve tres meses de baja y volví a trabajar, pero no podía con mi alma. En el 2002 me dieron la invalidez por accidente laboral.

- ¿Por qué se fumigaba?

- Por las chinches. Inspección de Trabajo y Salud Laboral encontraron 17 piretroides en el hotel.

- ¿Y eso qué es?

- Otros venenos para los bichos, además de los organofosforados. Uno de los muchos médicos que me vio entonces me dijo: "¿Sabe qué le han echado? Gas nervioso: lo mismo con que los nazis mataban a los judíos".

- Los organofosforados se usaron como arma química y luego como pesticidas.

- Mi amiga Lola, que fue una de las 14 mujeres que nos intoxicamos en el Hilton, decía que nos habían llevado a morir como a las chinches. Y en parte tenía razón.

- ¿En parte?

- Entonces me pareció muy fuerte, pero es que Lola murió de un cáncer de pulmón en el 2006, dos meses después de ganar el juicio. Tenía 49 años. Ya nos lo habían dicho en Salud Laboral: "Tenéis todos los números para un cáncer". Es inhumano. Es verdad que nos envenenaron como a chinches. Lola tenía razón.

- ¿Y usted cómo se encuentra?

- Se me hizo un seudotumor cerebral y en el 2001 me operaron para ponerme una válvula: llevo un tubo que me recorre el espinazo y un drenaje en la barriga. En el 2006 me diagnosticaron fatiga crónica y fibromialgia en grado 3. Además, estoy siempre baja de defensas y tengo intolerancia ambiental: me ducho con gel de farmacia y no puedo usar desodorante ni colonia. Por eso le he dicho de no entrar en la cafetería; depende de con qué producto químico limpien me pongo mala.

- A pesar de todos los informes médicos, en el 2009 le retiraron la invalidez por accidente laboral.

- Un forense dictaminó que yo estaba como un rosa. ¿Si estuviera tan sana como una manzana, estaría tomando 15 pastillas? Me dio tanta rabia que me hundí y me ingresaron en el psiquiátrico por depresión. Pero cuando aquella puerta se cerró tras de mí me dije: "Ana, céntrate; tu familia no se merece esto".

- ¿Hasta dónde piensa llegar? 

- Le he dicho a mi abogado que me haga fotocopias de todo el proceso. Por mí llegaría hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, pero no tengo ni el dinero ni los conocimientos. Quieta no me voy a quedar, voy a hacer ruido, eso no me lo pueden impedir.