Amal Clooney y el sexismo

MARTA ROQUETA

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Charlotte Proudman, una abogada británica de 27 años, publicó hace unos días en Twitter la captura de pantalla de un mensaje que un compañero de profesión treinta años mayor que ella, Alexander Carter-Silk, le envió una vez habían conectado a través de Linkedin. En él, el abogado le confesaba que, a pesar de saber que haría un comentario muy políticamente incorrecto, debía decirle que su foto era impresionante. “Has ganado el premio a la mejor fotografía de Linkedin que he visto jamás”, sentenciaba. La captura de pantalla incluía la respuesta de Charlotte, que escribía que se había unido a Linkedin por motivos profesionales y que se sentía ofendida por su comentario. Y concluía: “La erotización de la apariencia física de la mujer es una forma de ejercer el poder sobre ella. Al centrar la atención en la apariencia física, se silencian sus atributos profesionales”.

La decisión de Proudman de publicar el comentario y la respuesta le acarreó numerosas críticas de compañeros de profesión –algunos amenazaron con hundirle su carrera–, así como insultos de ‘trolls’ en internet. En el ‘Daily Mail’, la columnista Sarah Vine la acusaba de querer llamar la atención para encontrar trabajo en un artículo titulado “Si un hombre no puede hacer un cumplido a una mujer, es el fin de la humanidad”. El mismo periódico explicaba en otro artículo que Proudman había hecho comentarios en el Facebook de amigos y amigas alabando sus cualidades físicas, a veces escribiendo “las mismas palabras que el señor Carter-Silk había utilizado”.

A menudo sólo se tiende a valorar si un comentario, actitud o acción es sexista en función de su nivel de grosería. No obstante, el sexismo de un hecho, dejando de lado el nivel de la ofensa, radica en el contexto en el que se produce, en las motivaciones que hay detrás de su realización o en las ideas preconcebidas que tenemos sobre cómo valorar o tratar a las personas en función de su sexo.

Carter-Silk se disculpó con Proudman y cerró su cuenta en Linkedin, no sin antes decir que él alabó la profesionalidad de la fotografía, no el físico de la mujer. Sin embargo, llama la atención que él mismo advirtiera en el mensaje inicial que el comentario que iba a decir a continuación fuera “terrible y políticamente incorrecto”. Lo cual, además, lleva a preguntarse qué hace que alguien sienta la necesidad de decir algo que sabe que puede ofender a su interlocutora y que está socialmente mal visto. ¿Qué papel juega el hecho de que el ‘halago’ se haya producido en la intimidad de un mensaje privado entre dos personas, sin la presencia de terceros? 

Precisamente, Chapman explicó que la publicación del comentario en las redes sociales fue una forma de visibilizar los comentarios que las mujeres reciben a diario sobre su apariencia física: “Si las personas no experimentan las repercusiones de sus actos, que están mal, su comportamiento no cambiará, ni tampoco cambiará esta cultura sexista”.

Quién también ha causado revuelo esta semana por un comentario dirigido a otra abogada ha sido el ministro de justicia británico, Edward Faulks. Según el ministro, Amal Clooney, la prestigiosa abogada casada con George Clooney, usa su matrimonio con el actor para obtener la defensa de casos mediáticos.

Ante la crítica de Faulks, abogados de renombre en el campo de los derechos humanos han defendido la capacidad profesional de Clooney. Formada en Oxford y en la Universidad de Nueva York, antes de conocer al actor defendió a Julian Assange, a la ex presidenta de Ucrania, Yulia Timoshenko, y al gobierno de Camboya. También había sido asesora del ex secretario general de la ONU Kofi Annan en su misión especial en Siria y asesoró al juez que presidía el juicio contra Slobodan Milosevic.

A pesar de sus credenciales, en la prensa las noticias de los pleitos de Clooney se intercalan con los textos que hacen referencia a sus gustos por la moda, hasta el punto que la información sobre la ropa que lleva en un juicio tiene más relevancia que el caso en sí mismo. De hecho, las noticias sobre ella suelen encontrase en las secciones de ‘Estilo’ y ‘Gente’, a pesar de que muchas hablan de su trabajo actual como defensora de un presidente derrocado de las Maldivas y de un periodista canadiense de Al Jazira encarcelado en Egipto.

De ella se ha llegado a escribir que, gracias a su boda con el guapo actor, ha alcanzado la cima en los estudios, el trabajo y el amor. Se reitera tanto su belleza física que se llega a presentar como un elemento que explica su éxito profesional tanto como sus capacidades intelectuales.

Viendo cómo parte de la opinión pública trata a una abogada de renombre, la reacción de Charlotte Proudman, que justo empieza su carrera profesional, no parece nada desmesurada.

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