Aliados y traidores

Por alguna razón sentimental, la identificación funciona en los dos sentidos y algunos jugadores logran hermanarse con los aficionados

Aficionados del Barça, en el Camp Nou, este sábado.

Aficionados del Barça, en el Camp Nou, este sábado. / periodico

JORDI PUNTÍ

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Lo siento, pero esta temporada yo he sido Messi chutando ese balón que entró en la portería de Keylor Navas en el último suspiro. Y también fui Sergi Roberto cabalgando hacia el horizonte del Bernabéu. Y Ter Stegen cuando las saca a menudo de forma providencial. Yo soy todos esos jugadores cuando me da la gana, y tú también, y tú, y usted. Todos somos esos jugadores. Una de las esencias del futbol es esta identificación tan divertida como necesaria. Nos proyectamos en ellos, ayudamos a rematar de cabeza desde nuestro asiento, sufrimos y nos alegramos al unísono.

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Por alguna razón sentimental, esta identificación funciona en los dos sentidos y algunos jugadores consiguen hermanarse con los aficionados, sobre todo los que llevan media vida en el mismo club. Ejemplo: Messi es uno de nosotros cuando enseña su camiseta a la grada madridista del Bernabéu. Hay casos en los que el reto profesional se mezcla con las emociones, como ocurre con esos jugadores que no celebran los goles contra su exequipo. Asimismo, los aficionados también contamos con la empatía de los viejos amigos, esos jugadores que un día llevaron la camiseta blaugrana y luego se fueron buscando una segunda oportunidad en otro equipo...

EL JUEGO DE LAS IDENTIFICACIONES

Cuando la Liga va tan ajustada, como este año, el juego de las identificaciones se multiplica. Hace unos días, el entrenador del Málaga -Míchel- dijo sentirse muy madridista, recordando que su equipo jugará en la última jornada contra el equipo de sus amores. Al instante mi memoria buscó posibles aliados que equilibraran la afrenta: el exblaugrana Sandro mete ahora los goles del Málaga, y además su director deportivo es Francesc Arnau, eterna sombra de Valdés en la portería del Barça. El desenlace de la Liga, pues, también pasará en las últimas jornadas por ese juego de identificaciones...

Así, antes de cada partido, miramos las alineaciones y buscamos aliados y traidores. Es el caso de Dani Alves, que ante la Juventus fue un rival -¿habría celebrado su gol, de haber marcado?- y, si se confirman los pronósticos, será la principal baza del Barça para que el Real Madrid no levante este año la Copa de Europa... O ete sábado, por ejemplo: el Villarreal nos ofrecía como mínimo una doble disyuntiva. En la alienación titular estaba Jonathan Dos Santos, exazulgrana, pero también el exmadridista Soldado. ¿Jugarían con ánimo de revancha contra el Barça, o su más íntimo deseo era ver al Real Madrid derrotado? Lo más lógico es que sobre el campo estos interrogantes se olviden, y más si el equipo marca cuatro goles y juega más o menos bien -sin terminar de convencer-, pero al mismo tiempo son gasolina para la imaginación de los aficionados...

CUENTO DE LA LECHERA

A pesar de todo, quizá hay que admitir que estos cálculos y juegos son una especie de cuento de la lechera... Es lo que ocurre cuando un equipo no depende de sí mismo para ganar la Liga. Y puede que la principal crítica al Barça de esta temporada es que el cuerpo técnico y los jugadores han jugado sin perspectiva de torneo, viviendo al día y sin pensar que una derrota contra el Betis, o el Deportivo, valen lo mismo que una victoria holgada contra todo un Villarreal.