Pequeño observatorio

¿Alguien habla de ajedrez y boxeo?

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Cuando yo era adolescente había dos deportes que tenían mucho eco en la prensa: el boxeo y el ajedrez. No existía la televisión. No me imagino que un ciudadano corriente pueda estar interesado en ver una partida de ajedrez en la pantalla. Entre movimiento y movimiento hay un tiempo reglamentado que no es precisamente escaso. Un tiempo que el jugador dedica a una intensa actividad mental con la que imaginar las consecuencias de los movimientos. Cuando era muy joven, jugué a ajedrez alguna vez y aprendí a no descuidarme cuando el adversario tenía la posibilidad de hacer una jugada que terminara matándome alguna pieza.

Los grandes ajedrecistas han recibido el tratamiento de maestros, una palabra que nunca me ha parecido adecuada, porque no enseñaban ningún oficio... O quizás sí. El oficio de observar una situación, favorable o desfavorable, y elegir la decisión que permite evitar una derrota.

El boxeo era el otro deporte que transmitía la radio, y ahora me doy cuenta de la rareza: un deporte que se practicaba con los puños y que el locutor nos tenía que explicar si el puño había llegado a la cara del adversario o si otros puños habían servido de protección. Y un hecho curioso: desde que apareció la televisión tengo la impresión de que el boxeo comenzó a decaer como deporte televisivo.

Me sorprende que un deporte tan dinámico para la mayoría como el golf aún resista en algunas pantallas. ¿Es que los gestos agresivos no son socialmente correctos y el gesto de levantar el palo de golf es un gesto de elegancia?

Entre los huecos de mi memoria no figuran los nombres de Karpov y Kasparov, dos fenómenos del ajedrez, que ganaban alternativamente sus partidas y no había manera de proclamar un ganador de sus campeonatos.

El fútbol, por apasionado que sea, se parece más a los movimientos propios del ajedrez que a los del boxeo.

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