LA CLAVE

Algo (bueno) pasa en la escuela

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ALBERT SÁEZ

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La escuela vuelve a estar en ebullición. Como lo estuvo a finales del siglo XIX, durante la Segunda República y en los años 60 del siglo pasado. Tres ejemplos lo ilustran: la reciente presentación del proyecto Escola Nova 21 que impulsan UnescoCat, la Fundació Jaume Bofill, la UOC y la Caixa en torno al carismático Eduard Vallory que lleva años acumulando energía a favor del cambio educativo. La idea es muy sencilla: apoyar a las escuelas y a los maestros innovadores sin esperar a que se reformen las leyes, se cambien los reglamentos y se mejoren los salarios. Ninguno de los impulsores renuncia a reformar la globalidad del sistema pero han visto que los inmovilistas siempre ganan a los puntos. Hay que ayudar a los transformadores a noquear al sistema desde abajo. 

Algo parecido es lo que han hecho desde la Mobile World Capital con el programa mSchools que ha liberado la creatividad en centenares de escuelas catalanas que el sábado dejaron boquiabierto al mismísimo John Hoffman, el mandamás mundial de la industria de los móviles que pasará a los anales de la ciudad como uno de los principales visionarios de la Barcelona del siglo XXI. Cientos de equipos que durante un año han inventado todo tipo de aplicaciones para mejorar la vida cotidiana desde la salud mental hasta el ahorro en la factura de la luz. Chicas y chicos de entre 14 y 18 años innovando antes de acabar su formación. Brutal.

El tercer destello que ha lanzado la escuela en las últimas semanas ha salido de los jesuitas que están recomponiendo de abajo arriba los centros que gestionan en Catalunya. Cuando una de las instituciones educativas más antiguas del planeta se lanza a tirar los tabiques y a quemar los pupitres es que vivimos un auténtico cambio de era. Y para rematar lo cuentan en unos cuadernos de innovación que harían bien en leer gestores de grandes empresas, profesores de universidad, políticos y administradores públicos. Y no solo del ámbito educativo. Por una vez no tenemos solo la mirada sindical -necesaria pero incompleta- ni la mirada política -sesgada e ineficiente-. La escuela se ha puesto en marcha. Será imparable.