La rueda

Alfombras y contratas

No hay regeneración política ni travesía a Ítaca que valga si no hay una limpieza a fondo

OLGA MERINO

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Dice ArturMas que es objeto de «caza mayor» y deja entender que lo persiguen, pero no ha dado explicación alguna de qué hacía el miércoles, a las 9 de la mañana, reunido con Jordi Pujol en casa de un banquero amigo del expresident y defraudador confeso. ¿De qué estaban hablando justo antes de los registros de la Guardia Civil en la sede convergente y de las detenciones? ¿Del Barça? ¿Acaso de los nietos? ¿De dónde se comerán los 'panellets'? Tal como está el patio, con su investidura pendiente de un hilo, no parece un encuentro demasiado fotogénico.

Tampoco fue convincente el argumentario de Mas en torno al 3%.  El president en funciones sostuvo que las adjudicaciones son pulcras y legales, como si el respetable no supiera a estas alturas que tanto aquí, bajo las palmeras del oasis, como en Madrit, funciona el viejo adagio: hecha la ley, hecha la trampa, y las contratas se ajustan a medida, como en casa de la modista. Corte y confección.

De todas formas, el tufo del 3% señala a todos. Cuando Pasqual Maragall levantó la alfombra hace diez años, se le echaron encima y se cubrió el asunto con una espesa costra de silencio. Los gobiernos centrales de uno y otro signo han estado mirando hacia otro lado durante décadas: a cambio de su apoyo, hacían la vista gorda y permitían que CiU manejase a su capricho el cortijo catalán hasta que se quebró la componenda. Pero todo tiene un límite, y llegada a su máxima cota la charca de la podredumbre, no hay regeneración política posible ni travesía a Ítaca que valga sin una limpieza a fondo del barco y su tripulación.

Treinta años de 3% deben de dar para mucho, para una de esas cifras que arrastran ceros y ceros. Mientras tanto, se escuchan en sordina otros porcentajes hirientes: el 22% de los catalanes está en el umbral de la pobreza. Y eso son 1,6 millones de dedos acusadores.