La rueda

Alemania, una democracia pese a todo

CARLOS ELORDI

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La sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre los rescates europeos sugiere una reflexión: la de que por mucha antipatía que produzca la renuencia de los germanos a aflojar el bolsillo a favor de la Europa mediterránea, sus prácticas políticas son más democráticas que las nuestras. Porque, además de aprobar lo hasta ahora hecho en la materia porAngela Merkel, la citada sentencia dice: «La comisión del presupuesto del Parlamento (alemán) deberá aprobar cada paso en el caso de futuras ayudas financieras. No puede haber ningún automatismo que vulnere los derechos de los diputados». Y aquí esos derechos acaban de ser pisoteados.

La manera en que se ha aprobado la reforma constitucional relativa a nuestros gastos estatales confirma que en España ya no se aplican los principios, también constitucionales, que sancionan el poder autónomo y omnímodo de cada uno de nuestros parlamentarios, y que, por tanto, han quedado vacíos de contenido. La degeneración del sistema concebido en 1978, entre otras cosas para fortalecer unos partidos nacidos de la nada, ha terminado por crear un engendro que ya no es democrático. Tampoco es una dictadura, pero en todo caso no es nada bueno.

El Tribunal Constitucional alemán ha levantado su mano para decir que allí, por mucha crisis que haya, eso no va a ocurrir. Aquí, en cambio, hemos asistido, sin que nada crujiera, al espectáculo esperpéntico de ver a 316 representantes de la soberanía popular

-a los que se sumaron ayer cerca de 200 senadores, también inscritos en los dos partidos mayoritarios- votando a toque de corneta lo que les habían ordenado sus jefes. A ciegas, sin inquirir mínimamente por las consecuencias políticas y sociales de lo que estaban aprobando. Como soldados temerosos del castigo que podía imponérseles si así no lo hicieran: el de quedarse fuera de la foto. Para siempre. Como le ha ocurrido al socialistaAntonio Gutiérrez.Pocos diputados alemanes se habrían prestado a ello.