tú y yo somos tres

Alcaldesa, sueldos y ternura

FERRAN MONEGAL

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Su pasado como actriz fue un momento fugaz en la trayectoria existencial de Ada Colau. Apenas 13 capítulos, un visto y no visto, en una comedieta espumosa y humorística (Dos + una) que se emitió en las matinées de Antena 3 TV del año 2001. No obstante aquellas breves y efímeras piruetas televisivas, desde que es alcaldesa, la tele no para de recordárselas con gran insistencia. El otro día fue invitada al programa El intermedio (La Sexta) y tampoco pudieron resistirse a ponerle momentos de aquella telecomedia. O sea que 14 años después, la telecomedia Dos + una está teniendo la audiencia que jamás tuvo en el año 2001. La entrevista que Sandra Sabatés y Gran Wyoming le hicieron a Ada Colau fue flojita. Muy flojita.

Citaron, sin profundizar en absoluto, el encuentro que había tenido Ada Colau, hace pocos días, con Isidre Fainé. ¡Ahh! Esa sí que debió ser una entrevista interesante. Ahí es donde deberían haber metido alguna cámara las cadenas de TV. Ese momento que ha trascendido, en que el presidente de La Caixa le entrega a la alcaldesa, seguramente mirándola con ternura, un ejemplar del libro del Papa Francisco titulado, precisamente, La revolución de la ternura. ¡Ahh! Ese instante debió configurar un clima superlativo. Era un tema que merecía haberse profundizado, pero no fue así.

En cambio incidieron mucho en el sueldo de los cargos públicos, y Ada no se cansaba de repetir que ella iba a tener una nómina muy inferior a la que tenía Xavier Trías, que su compañero Adrià Alemany iba a cobrar menos en Barcelona en Comú que lo que cobra actualmente, que renuncian a las dietas, que todas las retribuciones van a ser modestísimas... Hombre, parece que la ley del péndulo está sacudiendo a las novísimas fuerzas políticas. Ante la avalancha de corruptos de la vieja política, los nuevos abrazan la ley del péndulo: se van al otro extremo y se asignan sueldos humildísimos.

Últimamente veo en la tele una verdadera gincana de declaraciones de estos novísimos. Parece que compitan por ver quién se asigna el sueldo más bajito. ¡Ahh! Quien maneja un presupuesto como el de Barcelona (2.000 millones) o como el de Madrid (mas de 3.000) ¿tiene que cobrar menos que el jefe de sala de un bingo? Hombre, si la ciudadanía aspira a estar bien servida, los servidores deben estar bien retribuidos. Un buen sueldo, pero sin sobres, comisiones, o bufanditas, que caracterizaban a los corruptos del ancienne règime.