IDEAS

Albert Pla es necesario

RAMÓN DE ESPAÑA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cada vez que abre la boca, Albert Pla logra ofender a alguien. En principio, eso es algo que está al alcance de cualquiera -pensemos, en Pilar Rahola y Federico Jiménez Losantos-, pero no todo el mundo puede elevar la ofensa sistemática a la categoría de obra maestra de la oratoria breve. Yo no sé si Pla se cree lo que dice o si se trata solo de preservar la figura, tan vapuleada en estos tiempos severos, del gamberro catalán, del torracollons profesional, del que lleva la contraria por sistema recurriendo a un retorcido sentido del humor que se puede emparentar con la provocación dadaísta o con el humor bestia y canalla de la revista francesa Hara Kiri, que en paz descanse. En cualquier caso, debería preocuparnos que el humor más radical lo represente un músico, mientras los profesionales del asunto organizan tricentenarios o ponen todo su esfuerzo en presentarse ante el público como personas serias, cabales y buenas.

No hace mucho, Albert Pla dijo que le daba vergüenza ser español y se le sublevaron los guardianes de las esencias patrias, algunos de los cuales manifestaron su interés en partirle la cara. Unos días atrás, preguntado por la posible independencia de Catalunya, dijo que le parecía muy bien, igual de bien que la no independencia. De hecho, aseguró, el tema ocupa el número 195 en su lista de prioridades. Cuando le preguntaron por la ilusionante iniciativa leninista de los chicos de Podemos, respondió que había que matarlos a todos antes de que pudieran hacer daño, y que más nos valía darnos prisa antes de que se hicieran con guardaespaldas que dificultaran los atentados.

Casi nadie se toma en serio a Pla, ni falta que hace. Yo busco noticias suyas con el mismo ánimo que llevaba a Franco a preguntar a sus sicofantes en qué andaba ese artista al que él llamaba el majadero de Dalí, pero es que sus burradas me resultan muy estimulantes en esta época solemnemente idiota que nos toca vivir. Protejamos, cual jarroncito de Sèvres, a hombre tan necesario y pensador alternativo sin parangón.