Contraseñas inexistentes

Artículo 407. El otro día leí un estudio sobre lo fácil que es descubrir las contraseñas del correo electrónico simplemente conociendo cuatro datos de quien las creó. Y es que una universidad alemana ha comprobado que las contraseñas reflejan bastante cómo somos.

Es curioso que según el estudio las contraseñas más utilizadas todavía son: password, 5555 y 12345. Seguidas de las que corresponden al primer o segundo apellidos de quienes las ponen. O el nombre de su pareja, hijo, cantante o actor favorito. Pero también es interesante que palabras como «amor» y «dragón» figuran también como las más usadas.

Aunque yo me sigo quedando con las contraseñas que usa un amigo mío. Él me contó en una ocasión que las crea... Bueno, casi os lo cuento después de o mejor de mi semana.

Tercer puesto: My perfect mind (Lliure). Una búsqueda incesante de intentar comprender por qué a tu madre un accidente le dejó secuelas y a ti no. La culpabilidad hecha teatro con maestría.

Segundo lugar: In the flesh (segunda temporada). Sigue conservando esa increíble energía que produce que en dos minutos logra que todos los personajes encuentren su camino usando las palabras precisas.

Primera posición: Antología desordenada. Serrat y sus amigos logran un disco prodigioso, lleno de color y felicidad. Me  quedo con esa estupenda Señora cantada a dúo con Dani Martín.

Y volviendo a ese amigo, él siempre crea las contraseñas redactando una frase de algo que todavía no ha pasado. Es decir, utiliza una frase  relacionada con un sueño o un deseo de alguna cosa que desea que le ocurra. Son contraseñas largas pero que jamás olvida porque tienen que ver con lo que de verdad anhela que le pase en la vida.

Es una buena idea, porque es casi imposible que nadie la pueda descubrir. Supongo que, como decía Keating (El club de los poetas muertos): «Solo al soñar, tenemos libertad, siempre fue así y siempre así será». ¡Feliz domingo!