Golpes de realidad

El bloqueo político y económico que aplica Madrid ha disminuido claramente el progreso del 'procés'

PLE DEL PARLAMENT

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TONI AIRA

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No se ha hablado lo suficiente de la exageración aplicada al lenguaje político y el daño que esto puede hacer. Los últimos días, sin ir más lejos, se ha tildado de “golpistas” a los diputados independentistas que han ratificado en el Parlament las conclusiones de la comisión del proceso constituyente y que así han desafiado al Tribunal Constitucional. No ha sido un golpe de Estado, evidentemente. Ha sido un nuevo golpe de realidad, término que utilizo tuneando el título de aquella icónica película sobre la 'generación x' protagonizada por Winona RyderEthan Hawke y Ben Stiller: 'Reality Bites' (1994). Bocados de realidad. Pero, ¿qué realidad? La que nos dice que el problema catalán existe y se enquista, a pesar del empeño de los de Mariano Rajoy de no querer aplicarse políticamente a ello y tirar de procesos judiciales o sancionadores para mirar de castigar al discrepante, no para mirar de convencerlo, matizarlo o tender puentes de diálogo con él.

Pero ya hace tiempo que estos bocados son sobretodo golpes. Y aquí sí, el término “golpe” está bien utilizado. Me hace venir a la mente aquel spot electoral del socialista Jaume Collboni, en el que iba recibiendo puñetazos con guantes de boxeo. La realidad no es que llame a la puerta. Hace tiempo que la está aporreando. Sus señorías abrieron la puerta para ver quién llamaba, y ahí se han quedado, con cara de pasmados, recibiendo los golpes en el rostro, uno tras otro, y ya llevamos años con ello. Así están de noqueados, en Barcelona y en Madrid.

En Catalunya, el independentismo dice que se avanza pero ya hace tiempo que esa no es en absoluto la sensación, ni siquiera en el campo soberanista. Se confunden a menudo los avances con los golpes de efecto, y la firmeza en las convicciones con la gesticulación. El bloqueo político y económico que aplica Madrid ha disminuido claramente el progreso del 'procés', y a esa realidad la mayoría independentista en el Parlament y en el Govern contrapone más palabras que hechos, más deseos que realidad.

En Madrid, lo mismo pero al revés. Se ha renunciado a utilizar la palabra y el diálogo más que en el plano retórico, y se ha apostado por una ofensiva en clave nacionalista española que es uno de los argumentos de campaña estrella del PP y que ha acomplejado a un PSOE que parece no saber exactamente en qué mundo vive, aquí y allá. Y así nos va. Así estamos, llegamos al teórico fin de curso, pero esto, un año más, realmente parece no tener fin.