El 'expresident' y la catalanidad

Ahorrar con pan con tomate

Jordi Pujol sostenía, rodeado de niños, en un programa de tele que la identidad catalana se define con el pan con tomate, que aprovecha el pan seco y los tomates muy maduros. El ahorro como puntal de la sociedad

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NAJAT EL HACHMI

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Tengo la imagen grabada como si fuera ahora mismo: Jordi Pujol rodeado de niños, contando el origen del pan con tomate, haciendo un discurso sobre la identidad catalana. Por aquel entonces yo estaba rodeada de personas que decían ser catalanas, así que prestaba toda mi atención. Sabia que Catalunya existía porque vivía en ella, pero quería saber exactamente de qué sustancia estaba formada, qué la hacía distinta, cuáles eran los límites de la catalanidad y sobre todo cómo se podía ser o dejar de ser catalán.  Entonces estaba aún sopesando seriamente la posibilidad de convertirme a la catalanidad. Era la identidad colectiva más tangible, más real, más poderosa que tenía a mano. Dejando de lado el Barça, claro. Las otras pertenencias estaban en los márgenes: la gitana o la castellana. No, yo quería estar en el centro.

Y en ese programa de televisión, Jordi Pujol daba instrucciones precisas, explicaba el punto que más definía la catalanidad a los niños con los que compartía mesa. Esto era el pan con tomate, porque era un invento que aprovechaba el pan seco y los tomates demasiado maduros. El ahorro era el puntal de la sociedad, el núcleo duro del hecho de ser catalanes. El entusiasmo del 'expresident' al explicarlo lo hacía absolutamente creíble: ¿cómo no subirse al carro de un país que tenía aquel valor superior como principio constituyente? Ahorrar es saber esperar, pensar en el futuro, sacar el máximo partido de lo que se tiene a mano, ahorrar es tener control sobre la propia vida. Reconozco que la idea me sedujo del todo.

Muchos años después el mismo Pujol me convocó a su despacho del paseo de Gràcia. Me preguntó por Marruecos. Le dije que ni idea, que vivía en Granollers. Entonces me hizo un símil algo raro que no acabé de entender. Era un vaso de agua que si le echabas un poco de sal, cambiaba de sabor, el agua se volvía salada pero si le echabas demasiada entonces ya no era agua sino sal húmeda. Deduje que yo era la sal. Marta no estaba, ella no hubiera sido tan sutil. Tenía otras propuestas de integración. Por lo que parece, también de ahorro.