Dos miradas

Agonía

El manifiesto de Llengua i República critica un bilingüismo oficial que no ha hecho sino remachar el clavo de la «subordinación lingüística»

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Uno de los problemas de la lengua catalana es que, en Catalunya, no interpreta el papel de lo que los lingüistas llaman «lengua por defecto». No hay más que poner la oreja o leer con detenimiento las encuestas que elabora la Direcció General de Política Lingüística. Lo repito: leerlas con atención y lejos de la euforia de unos datos que, a menudo, se presentan como positivos cuando no lo son. La «lengua por defecto» es la que pensamos que deberíamos usar si quisiéramos hablar con los habitantes del lugar al que hemos ido a parar. El catalán no lo es. El manifiesto que ha presentado la asociación Llengua i República lo explica y critica con rotundidad un bilingüismo oficial que no ha hecho sino remachar el clavo de la «subordinación lingüística». La situación es «extremadamente crítica» y una de las soluciones que se proponen es que el nuevo (e hipotético) Estado defina el catalán «como eje integrador de nuestra ciudadanía».

Lo que pasa es que la catástrofe anunciada quizá ya no se podrá evitar, ni con un Estado a favor ni, por supuesto, con un Estado en contra. Un ejemplo de esta «lengua por defecto» es el caso de Cruyff. En medio de tanto incienso mortuorio, ¿alguien ha recordado que 'el profeta' no dijo casi nunca ni una sola palabra en catalán? Solo excepcionalmente, eso sí, como el día glorioso en que presentó el diccionario catalán-holandés, hace 20 años. Y nos cayó la baba patriótica. En la agonía, somos un pueblo de buen conformar.