Adela y José

ANA PASTOR

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Adela José podrían haberse dedicado a la magia. O a algo más difícil todavía... Porque lo suyo es, desde luego, un milagro. Con 800 euros atienden a sus cuatro hijos, dos de ellos con discapacidad. Los gemelos, los más pequeños de la familia, llegaron antes de tiempo. Mucho antes. A los cinco meses de embarazo pidieron paso. 450 gramos de peso cada uno. Dos pajaritos de 450 gramos entre aquellos brazos. Dos bebés luchando por salir adelante. Y lo consiguieron.

Por aquel entonces Adela y José tuvieron que dividirse en algo más que cuatro partes. Adela dejó su trabajo en La Laguna, Canarias, para poder atenderlos. Tenía que llegar a todo y a todos. 800 euros, el sueldo de José trabajando en una gasolinera, es todo lo que entra en esta casa. Adela multiplicándose y Adela dividiéndose. Los gemelos tienen ahora 15 años. Los dos padecían problemas de diferente tipo. Yeimi, en la parte superior del cuerpo. Pero tras varias operaciones consiguió movilidad y se vale por sí mismo.

Brian, sin embargo, está en una silla de ruedas y sufre parálisis cerebral. Tras esperar un año y cuatro meses una operación en la cama, en septiembre Brian consiguió ser atendido en el Hospital Universitario de Canarias. Ha pasado de la cama a la silla. Pero quiere volver al instituto. Y quizá tenga que volver a pasar por el quirófano. Desaparecieron las llagas bajo la camiseta de estar tantas horas tumbado, pero todavía tiene muchos dolores.

Vida en torno al hogar

Adela suena muy calmada al otro lado del teléfono. No se queja. Solamente relata cómo es su vida diaria. Sin añadir color. Casi sin adjetivos. Su voz suena a dignidad. Queriendo dar normalidad a una vida extraordinaria y tremendamente difícil. En su casa han tenido que adaptar la cama y el baño y hacerse con una silla eléctrica que ayudó a pagar el Club Deportivo Tenerife. Pero Adela insiste: pueden con todo. Menos con verle en la cama otros dos años más si hay que volver a operarle. «Para él ha sido muy duro. Y yo voy aprendiendo según nos vienen las cosas».

Cuenta Adela que hay muchos casos y grados de parálisis cerebral. Y lee todo lo que cae en sus manos. Lleva dos meses sin salir apenas de casa desde la última operación. La vida de todos ellos gira en torno al hogar. Poca vida fuera. Toda allí dentro. La ventana con el mundo exterior para Brian es casi siempre el teléfono móvil. Con él grabaron el vídeo que su madre movió en las redes para dar a conocer su caso. Desde él escucha las típicas murgas canarias, que le fascinan y le entretienen. Desde él mira las últimas noticias de fútbol. Y mientras, Brian espera. Y con él Adela y José.