Mujeres, política y acoso en las redes

No basta con un castigo

Es necesario un debate profundo sobre cómo, entre todos, podemos prevenir la violencia sexista y cómo consideramos pertinente penalizarla

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MARTA ROQUETA

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La mujer que deseó en Facebook que la líder de Ciudadanos en Catalunya, Inés Arrimadas, fuera violada en grupo ha sido despedida de su trabajo. Ello ha sido presentado como ejemplo de contundencia ante los insultos y amenazas sexistas que reciben las políticas en este país.

Este tipo de ataques son causa y efecto de la tradicional hostilidad que recibimos las mujeres cuando nos introducimos en espacios dominados por hombres. Las relaciones de género marcan qué espacios ocupamos, cuáles son nuestros roles y cómo somos valorados. Por ello, las expresiones más sutiles de violencia suelen ser naturalizadas, de modo que es complicado visibilizarlas y que la persona que las cometa sea reprobada o castigada. 

Debemos exigir a los medios una información que no banalice la labor profesional de las mujeres 

Violencia sistémica

Porque es una violencia sistémica, prevista como mecanismo para disciplinarnos, es arriesgado esperar que el acoso sexista se solucione castigando casos puntuales, en función del revuelo mediático que despiertan y de la mujer afectada. Sobre todo porque sesgos de género, religión, ideología, raza y clase pueden influir en la valoración que hacemos de estos actos según quién los cometa y quién sea la afectada.

En su lugar, es necesario un debate profundo sobre cómo, entre todos, podemos prevenir la violencia sexista y cómo consideramos pertinente castigarla. 

El Parlamento británico debatió esta semana sobre el acoso padecido por los candidatos durante las pasadas elecciones, a raíz de un informe que apuntaba a un incremento del racismo, la misoginia y la intolerancia durante la campaña electoral. La discusión política puede reforzar el mensaje de que se trata de un asunto de salud democrática, pero la clave de la persistencia de la violencia machista es su reproducción mediante actos cotidianos.

Denunciar no basta

Por ejemplo, podemos denunciar los insultos y amenazas que veamos, o decir basta a bromas misóginas en Internet, grupos de Whatsapp o conversaciones privadas. También debemos exigir a los medios una información que no banalice la labor profesional de las mujeres y que no se valga de nuestra cosificación para ganar visitas.