Acción y reacción
En la dimensión desconocida nos quieren a todos sometidos al principio de acción y reacción pero tenemos derecho a cuestionarlas de manera aislada
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
Casi todo lo que pasa en la dimensión desconocida en Catalunya se consigue explicar con el principio de acción y reacción. De hecho unos y otros pretenden que sus fieles les den barra libre a cualquier acción justificándola como una reacción. Fuera de la fe verdadera estamos en el derecho y en la obligación de juzgar cada acción y cada reacción en ellas mismas sin tomar la referencia del contrario como principal, ni mucho menos única, vara de medir. Con esta técnica nos podemos retrotraer tan lejos como queramos. Los hay que llegan hasta 1714 e incluso algunos hasta el matrimonio de Fernando e Isabel. Cada uno que vaya tan lejos comoquiera. Pero en lo más inmediato hay suficientes acciones y reacciones para llenar esta columna y unas cuantas más. La acción de aprobar dos leyes saltándose las normas de las instituciones catalanas se puede amparar como reacción a la falta de diálogo político de Rajoy pero es intrínsecamente negativo para la causa independentista porque asimila el proceso fundacional de lo que se pretende que sea un nuevo estado con la demofobia que tanto se critica en alusión a la versión española de la democracia europea. La detención con estética de operación antiterrorista de los altos cargos políticos del referéndum se puede explicar como persecución de un delito pero es intrínsecamente una acción que arrincona la idea de España a una nación forzada y no a la unión de ciudadanos libres e iguales que se pretende. Y así podríamos seguir con tantas cosas.
Sustituir la política por la ley y la movilización social deja esta dimensión desconocida a la catalana en un terreno complicado de analizar porque nadie hace lo que dice y lo explica a su modo y manera. Los hechos demuestran que saltarse la ley tiene los mismos malos resultados que ignorar a la gente. Entrar en la dinámica de la acción y reacción da más espectáculo que rédito. Pero en todo caso no nos dejemos llevar por la fe ciega en la victoria. Tenemos el derecho y el deber de mirar con lupa cada acción y cada reacción en ellas mismas.
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