Acapulco no mola

La miseria moral del ser humano es una fuente inagotable de reflexión. Y de entretenimiento, como demuestran esos 'reality shows' que tanto contribuyen a incrementar la autoestima del espectador: por bajo que llegues a caer, sabes que nunca alcanzarás las cotas de burricie que ves en la pantalla, lo cual te lleva a pensar que tu vida tampoco está tan mal. Hasta ahora, lo más analfabeto y primario del género humano había encontrado justo acomodo en esa saga de garrulos en la playa que se inició hace unos años con 'Jersey Shore', continuó con 'Geordie Shore' y hasta tuvo una delegación española en 'Gandía Shore', de donde salió la impresionante Ylenia, la rubia de bote que rapea cuando habla, estrella del último 'Gran Hermano VIP' y némesis de Olvido Hormigos.

De todos modos, la mejor versión de la serie ha sido, para los connaisseurs del cutrerío como yo, 'The Valleys', donde unos cazurros del Gales más profundo eran transportados no a la playa, sino a Cardiff, que a ellos les parecía Manhattan. Les aseguro que nunca se había visto en televisión a una pandilla de bestias semejantes. Mi favorita era una que volvía borracha a la casa cada noche y, tras confundir el fregadero de la cocina con el retrete, se meaba encima de los platos sucios de los últimos seis días.

Con la intención de prologar tan malsana diversión, me tragué la otra noche en MTV un episodio de 'Acapulco Shore', pero la experiencia no fue la deseada. Comparados con los anglosajones, los mexicanos son unos buenos chicos que solo aspiran a pasarlo padrísimo sin molestar a nadie. Parecen de clase media y no descarto que se les haya colado algún universitario, cuando es obvio que para que estos programas funcionen hay que recurrir al lumpen más zopenco y desacomplejado que exista. Sí, se toman sus tequilitas y se frotan un poquito, pero aburren lo suyo: francamente, si quisiera volver a ver 'Verano azul', me esperaría a la próxima emisión en TVE, que debe estar al caer.