Academias matinales
Convertir el comedor en una opción caritativa es una negligencia
Ismael Palacín
Director de la Fundació Jaume Bofill.
ISMAEL PALACÍN
En plena crisis económica la 'consellera' Rigau promovió la jornada matinal en los institutos públicos. Catalunya era de las pocas comunidades que no seguía la pauta española. Se prometió que se evaluaría rigurosamente y se revertiría si mostraba inconvenientes. Me temo que nunca veremos esta evaluación. También se garantizó la oferta de actividades extraescolares por las tardes para los alumnos que lo necesiten. Con el tiempo se ha ido cerrando todas y con ellas los comedores y cantinas de los institutos que las tenían. Se recortaron las escasas becas comedor existentes mientras la pobreza crecía. En nuestro país el comedor aún no se considera una política educativa sino asistencial y las becas comedor no son obligatorias.
Con ello hemos comprometido el modelo de escuela abierta, privatizando parte del horario escolar y convirtiendo los institutos en academias matinales cerradas todas las tardes. Ahora tenemos decenas de miles de alumnos de 12, 13, 14 y 15 años comiendo a partir de las tres de la tarde. La mayoría solos en casa y sin supervisión adulta porque solamente un 13% de las madres y pocos padres han llegado a casa a esas horas. Algunos tampoco comen. Después, las familias que se lo pueden permitir costean actividades extraescolares de inglés, música o deporte. Los alumnos que no pueden quizás consumen televisión, videojuegos o rondan por las calles.
¿La compactación de la jornada escolar resuelve algún problema o crea otros nuevos? Cuando la socióloga Elena Sintes realizó una revisión exhaustiva de la investigación científica y la experiencia de países con jornada matinal encontró que no mejora los resultados de los alumnos y perjudica a los más desfavorecidos. La fatiga de tantas clases comprimidas dificulta el aprendizaje. No incrementa el tiempo de convivencia familiar ni las horas de sueño.
HORARIOS
Hemos apostado por un modelo que perjudica a muchos y beneficia a pocos (las familias que trabajan en horario matinal y algunos municipios rurales o turísticos). Parte del profesorado esperaba mejoras en su horario laboral pero esto se puede conseguir -como en otros servicios públicos- sin restringir el horario de los alumnos ni del centro.
Se trata de un recorte antieducativo, antisocial y antifamiliar solamente para la escuela pública, ya que los alumnos de la escuela concertada siguen con el mismo horario con la comida incluida.
¿Tenemos alternativas? La tendencia internacional es ampliar el tiempo y la oferta de actividades extraescolares programadas por el propio centro en colaboración con el barrio, garantizadas para todos los alumnos que lo deseen. Con una pausa para comer más breve que la actual dentro del horario escolar. Incluso en países con buenos resultados educativos como Finlandia están apostando por este modelo de educación abierta o a tiempo completo (como se llama en Alemania). Es la hora de apostar por una escuela viva y abierta a la comunidad que ofrezca oportunidades educativas y sociales. Convertir el comedor en una opción caritativa es una negligencia.
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