tú y yo somos tres

Abuelos al ataque

FERRAN MONEGAL

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Antes, la tele no solía prestar mucha atención a los abuelos. No había programas hechos para ellos. Ni programas hechos con ellos. Se consideraban criaturas de un segmento sin interés publicitario. Sus menguadas pensiones no les permitían alegrías consumistas de ninguna clase. Ahora, en cambio, con seis millones de parados y más del 25% de familias en la más absoluta miseria, la pensioncita del abuelo o de la abuela ha pasado a ser un reclamo. La cadena privada Antena 3 TV, por ejemplo, emite  un programita que se llama Los mayores gamberros. Son chascarrillos guionizados, un empedrado de sketches, en los que se busca el impacto generacional por la vía picante. Una octogenaria aborda a unos adolescentes en el parque y les enseña un mensaje («¡eres una chupanabos!») que le acaba de mandar un anciano ligón con ganas de marcha. Provoca estupefacción entre los jóvenes. A nosotros en casa no tanto. Se nota todo muy forzado. Por la vía musical también los panteras grises tienen ahora repuntes de atención televisiva. En TV-3, el Casal rock tuvo un éxito bárbaro. Estaba muy bien hecho: supieron conjugar emoción y respeto con mucha habilidad. Ahora, en TVE-1, lo intentan con Generación rock. No consiguen el éxito deseado. Hay respeto, pero les falta el ingrediente emocional. Lo buscan y no lo encuentran. Eso en la tele es fatal. Esta semana han invitado a Luz Casal y han cantado todos juntos Rufino (Hace tiempo / en un bar / conocí a un señor / de una cierta edad). Y la que estuvo emotiva de verdad fue la cantante invitada, en lugar de los abuelitos del programa. ¡Ahh! De todas las criaturas septuagenarias me quedo con la cubana Delia Marante. Fue vedete en sus años tiernos. En el Tropicana y en el Habana Hilton. Seguramente conoció a Batista, y al Fidel del Cuartel de Moncada. Delia tiene una entrevista. Y nadie se la hace.

ZP, MUY SUELTO.- Ayer por la mañana Ariadna Oltra entrevistó al expresidente Zapatero (Els matins, TV-3). Como que en sus últimas entrevistas televisivas no decía nada y adoptaba la actitud de don Tancredo, nos temíamos una sesión aburrida y floja. Pero en esta ocasión, Zapatero despertó. Habló por los codos. ¡Ah! Con el tema del independentismo se vino arriba. No lo acepta, ni como especulación teórica. Para suavizar, contó una anécdota. Dijo que su afecto -que no desafección- por Catalunya es tan grande que una vez «fui insultado, a gritos de '¡catalán!', en Granada». Tremendo.