Dos miradas

Un 25 de abril

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Después de haber vivido tantas decepciones, de haber probado tantas veces la hiel de los ideales que se marchitan, de la amargura que se apodera del futuro sin esperanza, es bueno, a veces, volver al pasado y recordar los días en que los claveles se empotraban en los fusiles con la dulzura de un proyectil que no era bélico sino que provenía del verdor exultante de los tallos. Como dijo Adelino Gomes, un periodista de la revista Fatos e fotos, se trataba de «la primera revolución surrealista, o surrealizante, de la historia», con imágenes que han quedado grabadas en el imaginario político del siglo XX, con la imponente marca de los hechos inauditos que convulsionaron a Portugal en un día como el de hoy hace 40 años.

Gomes, poco después del triunfo de la revolución, entrevistó al capitán Maia, Salgueiro Maia. En esa conversación se explican las causas de la insurrección de los capitanes (la dignidad, el apoyo a los compañeros presos, el rechazo a la situación colonial, la inoperancia del Estado fascista), los detalles de la marcha de su escuadra de tanques desde Santarém hasta Lisboa, las anécdotas (como la del soldado que detuvo el jeep en un semáforo en rojo) y la inicial devoción por un general Spínola que quería ser el De Gaulle portugués. Y, sobre todo, la voluntad férrea de aquellos militares que sabían que, desde aquel 1974, todos los 25 de abril siguientes iban a ser días festivos, todavía celebrados por los hombres libres de todo el mundo.