Geometría variable

El aborto y el abandono del centro

JOAN TAPIA

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Escuchar el viernes pasado a  Alberto Ruiz-Gallardón defender, tras el Consejo de Ministros, la ley del aborto esgrimiendo que por primera vez la mujer no será responsable penal fue triste. ¿Por qué el ministro centrista asume tesis ultraconservadoras? ¿Hace méritos para ser, algún día, líder del PP? Mas allá, ¿por qué el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que siempre dice que el PP es el centro-derecha, se separa de sus homólogos europeos y avala una ley que prohibe el aborto, salvo violación o tras un proceso a lo Kafka?

La ley de plazos de José Luis Rodríguez Zapatero no era anormal en Europa (quizás sí algún detalle y el ruido que la jaleó) pero el aborto es un asunto muy delicado y el PP llevaba la anulación en su programa. Pero no hacía falta un vuelco tan radical. Con volver a la ley de Felipe González del 85 -que ni José María Aznar tocó en sus ocho años de gobierno, cuatro de ellos con mayoría absoluta-, el PP habría cumplido y la protesta habría sido minoritaria (los más radicales que Aznar y Felipe). El perfil centrista del PP se habría reforzado -derogaba la ley Zapatero para volver a la moderada del 85- y el PSOE no podía abrir la boca. Rajoy se habría ahorrado el tsunami y la alineación con los sectores ultramontanos que le dificultan la caza del poco ideologizado voto centrista, el que decide las elecciones.

La primera conclusión es que la derecha católica dura y la extrema derecha tienen un peso desproporcionado en un partido conservador moderno. ¿Es el PP una hispánica amalgama entre el centro-derecha, atento a las clases medias urbanas, y la nostálgica extrema derecha?

Mi garganta profunda en Génova (sede del PP) me dice que no. No es la extrema derecha sino Pedro Arriola, asesor electoral de Aznar Rajoy. Las elecciones se ganan en el centro pero las inmediatas no son las generales sino las europeas, donde vota poca gente y es vital movilizar el voto mas fiel, decepcionado por el alza de impuestos, la salida de presos de ETA y el caso Bárcenas que siembra sospechas de deshonestidad. Ahora vienen las europeas y hay que compensar el desencanto de los electores mas incondicionales. Por eso la ley Gallardón y otros guiños.

El PP sigue movedizo entre el centro-derecha y la derecha radical pero no se ha rendido a la extrema derecha. Solo cree que ahora conviene satisfacerla.

¿Es la forma correcta de gobernar en la peor crisis desde 1929 y con una Catalunya cada vez más desafecta ? No, me temo que el halago oportunista a la derechona lleva al desgobierno.

OTRA BATALLA

Montoro se impone al titular de Industria

Con la ley eléctrica anunciada en julio y la aportación estatal de mas de 3.000 millones al déficit de tarifa, el ministro José Manuel Soria ponía un apaño en un sistema irracional en el que nadie paga los compromisos asumidos por la política energética. Estos pagos que tienen su razón (parón nuclear, mantenimiento del carbón, impulso a las renovables) se acumulan en el llamado déficit de tarifa que suma ya 25.000 millones. El sistema lo montó Aznar, siguió con Zapatero -en especial con las energías renovables- y el actual Gobierno no solo no lo ha resuelto sino que lo está agravando. Hasta el punto que al anular la subasta de la pasada semana, el Ejecutivo de Rajoy se ha cargado su ley eléctrica el mismo día que las Cortes la convalidaban.

¡Desbarajuste total! Pese a su triunfalismo, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que es el que manda porque tiene la caja, tiene miedo de sobrepasar el déficit pactado con Bruselas y retiró a Soria los 3.000 millones comprometidos. Y se ha armado la de Dios.

Además el tema de fondo no se resuelve y algún día -no muy lejano- los mercados y las autoridades de Bruselas dirán que el déficit de tarifa -sino se repercute al consumidor lo que tiene un alto coste político- es déficit público.