Al contrataque

A propósito de Marc

MANEL FUENTES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En un mundo donde la desigualdad y la injusticia se siguen imponiendo, el oficio que las tendría que denunciar siempre corre peligro. Ir contracorriente significa tener problemas. Y el periodismo, que tiene en su espíritu esa vocación, no se ha sabido blindar colectivamente. Las empresas que le dan cobijo son grandes grupos con múltiples intereses empresariales, con problemas financieros y con peajes (en la mayoría de los casos), o políticos o publicitarios, con lo que difícilmente esos medios pondrán en aprietos serios a las manos que les mecen la cuna. Pero en esos medios sigue habiendo periodistas. Por suerte, periodistas siempre habrá. No podrán erradicarlos ni  que las condiciones económicas para ejercer este oficio sean cada vez más precarias, ni que haya menos medios que los acojan. Un periodista es alguien dispuesto a contar una realidad verificada y, en el peor de los casos, tendrá en internet un campo silvestre donde, entre mentiras y calumnias, podrá exponer y probar historias que nos afectan a todos y que cambiarán nuestra opinión de las cosas. Pero no es suficiente.

Para contar según qué historias se necesitan recursos. Para entrar en según qué cuevas o cortes se necesita estar bien preparado. Para lograr según qué testimonios hay que poder ofrecer cobijo ante las previsibles represalias. Y eso, en la mayoría de los casos, no pasa. Siempre caen bombas.

El corresponsal de guerra es el ejemplo más claro de cómo cuesta esclarecer los hechos en un escenario de devastación, crueldad, injusticia y caos. A través de Marc Marginedas, nuestro compañero de EL PERIÓDICO, hemos podido vivir la indefensión del periodista que intenta hacer su trabajo.

Otros secuestrados

Es una gran alegría ver que Marc vuelve a estar con los suyos, pero en Siria siguen secuestrados el enviado de El Mundo, Javier Espinosa y el fotoperiodista Ricard García Vilanova, 30 reporteros extranjeros y más de cien sirios. Dicen que en las guerras la primera víctima es la verdad y por tanto están en riesgo quienes la persiguen. El problema es que hoy la sinrazón de la guerra está en todas partes. Aquí la devastación nos ha llegado de la mano de la economía y la política. Pese a la precariedad, el periodismo debe hacerse fuerte contracorriente, denunciando a los causantes y beneficiarios de esta situación. Nada es fácil y más cuando uno tiene la sensación de que, en parte por nuestros pecados, tampoco hemos conseguido que la sociedad vea en el periodismo un pilar básico de un Estado de derecho. Sin buena información, no hay libertad; sin libertad con conocimiento no hay democracia real y sin ella, difícilmente hay justicia. Sin bastiones sólidos desde donde explicarlo, parece como si solo nos quedaran algunas trincheras. El futuro es incierto. Hay mucho por hacer. Bienvenido Marc.