El 6-M, un plebiscito sobre Mas

Artur Mas encara las elecciones del 6-M, esta vez sin tapujos, como un plebiscito no sobre la independencia, sino sobre su propio liderazgo

Artur Mas llega al Parlament

Artur Mas llega al Parlament / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Quienes en vísperas del 27-S nos preguntábamos si Junts pel Sí (JxSí) era un instrumento al servicio de la independencia o de la continuidad de Artur Mas al frente de la Generalitat éramos tachados de incrédulos, cuando no de cínicos. Era tan obvio que la sociedad catalana había decidido emanciparse que reducir de mala fe la lista unitaria a una operación personalista constituía un delito de lesa patria. Pero la amarga victoria electoral del independentismo puso entre paréntesis esa pretendida voluntad mayoritaria, y la tormentosa negociación de la investidura ha sembrado de interrogantes la verdadera naturaleza de JxSí.   

Esta semana, mientras JxSí y la CUP escenifican una negociación CUPmás orientada a salvar la cara ante su electorado que a sellar un inverosímil acuerdo, Mas ha despejado las dudas sobre qué votaremos los catalanes en las elecciones del 6 de marzo: “El plebiscito que queríamos ya lo hicimos, ya tenemos una mayoría para el qué, el cómo y el cuándo. Queda por resolver quién lo hace.” En otras palabras, Mas encara el 6-M, esta vez sin tapujos, como un plebiscito sobre su liderazgo al frente del bloque independentista. 

Al tiempo que ERC, tras meses de calculado silencio, se carga de razones para no reeditar el experimento de JxSí ERCcon Mas como presidenciable, el líder de Convergència garantiza que si el 6-M brinda una mayoría parlamentaria al independentismo su mandato solo durará 18 meses, y después no optará a la reelección. Pero también alerta: de mediar otro veto, esta vez republicano, “este compromiso deja de existir”.

La bandera de la consulta

El 6-M no dirimirá solo la pugna entre CDC y ERC por la hegemonía independentista; también enterrará el dudoso “mandato democrático” exhibido tras el 27-S, con solo el 47,8% de los votos. De ahí que Mas allane el terreno: si el independentismo no es mayoritario, “la política catalana deberá instalarse en el derecho a decidir”. Ardua tarea la de desempolvar la bandera de la consulta tras arriarla y permitir que otros la izaran en su lugar.