Editorial

Un 27-S que podría ser diferente

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La historia enseña que a los partidos de izquierdas les cuesta mucho más que a los de derechas formar listas electorales conjuntas. Sin embargo, los análisis de los expertos en ciencia política demuestran que la mayor parte de las ocasiones en que esa unión se produce los beneficios son evidentes; es decir, que los grupos pactantes obtienen más votos juntos que por separado. Y esa es también la conclusión que se extrae del último barómetro del GESOP ante las trascendentales elecciones catalanas del 27 de septiembre. El dato de que una hipotética 'Catalunya en Comú' (ICV. Podem y Procés Constituent) obtendría casi los mismos escaños que la candidatura de Artur Mas (sea esta la famosa 'llista del/con el president', sea una lista convencional de CDC) es de primera magnitud, y explica los duros términos con que el líder nacionalista se refirió al «sí se puede» en su mitin del sábado en Molins de Rei.

La alianza de estos grupos de izquierdas se contrapondría política y estéticamente a la división con que las dos principales fuerzas del soberanismo, CDC y ERC, acudirán a las urnas si no media un improbable golpe de teatro en las próximas semanas. Por más que se invoquen grandes principios, el 27-S significa también lucha partidista, y por eso no ha fraguado una candidatura conjunta de Convergència y Esquerra. Y por eso también, entre otros motivos, Mas intenta que las entidades soberanistas compensen esa falta de unidad de los partidos del sí-sí con el apoyo a una lista desvestida de las siglas de CDC y en la que entrarían personalidades ideológicamente transversales.

En todo caso, el barómetro confirma que el 27-S significará un nuevo descenso de la lista de Mas y CDC, que pasarían de los 50 diputados del 2012 a unos 35. La ruptura con Unió no quita ni aporta votos a CDC, y la modesta presencia de los democristianos en el nuevo Parlament sería a costa de Ciutadans, PSC y PP, partidos, estos dos, con los que UDC compartiría las últimas posiciones de una Cámara bastante distinta de la actual. El panorama político catalán es extremadamente fluido, pero las posibilidades -aun como especulación teórica- de una 'Catalunya en Comú' permiten asegurar que el partido del 27-S probablemente se disputará no solo en clave nacional sino también social, y que el debate izquierda/derecha no ha muerto sino que adquiere nuevas formas.