El efecto de los ajustes

Los mercados han interpretado los resultados electorales del domingo como un rechazo de la población a las medidas de ajuste que el Gobierno ha puesto en marcha para llevar las finanzas públicas a la ortodoxia europea. Esa respuesta en forma de debacle para el PSOE ha sido leída en el miedoso mundo del dinero como un síntoma de posible desestabilización de España en su camino de situar el déficit público en el 3% del PIB en el 2013. Pero ¿cómo puede sorprender que los electores castiguen al partido que les congela la pensión, les rebaja el sueldo o cambia las leyes para que el despido cueste menos a las empresas? El temor de los inversores está en que los otros partidos no sigan con esa política para evitar una respuesta electoral adversa.

Son prevenciones que no tienen mucho sentido. Al margen de que el propio Zapatero saludó su derrota con la confirmación de que seguirá con las reformas mientras gobierne, los datos no avalan esos recelos. La Administración central cumple los objetivos de déficit, y solo dos autonomías -Catalunya y Valencia-, salvo sorpresas ocultas, no lo harán este año. Y entre los grandes ayuntamientos, el de Madrid está fuera de control, pero su contribución al déficit global es mínima.

Más que las escasas incertidumbres que puedan generar las elecciones españolas, Europa y EEUU vieron iniciarse ayer un nuevo ciclo depresivo que llevó las bolsas a pérdidas, hizo caer al euro y al petróleo y aumentó el riesgo país. Las causas tienen que ver con las dificultades de Grecia para cerrar un nuevo plan de ajuste, una sombra que ya se dejó notar el viernes.