El turno

Por qué no hay que recortar (más) la cultura

JULI CAPELLA

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En 1994, el por entonces concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona,Oriol Bohigas, dimitió (¡sí, fue élel políticoque dimitió!). Le argumentó aMaragallque sin presupuesto suficiente no podía afrontar los retos culturales del municipio. Y no pasó nada. En unas declaraciones posteriores, dijo: «Ojalá llegue un día en que la gente se manifieste por las Ramblas pidiendo más cultura, pero eso no sucederá nunca». Pues bien, esta vez el maestro se equivocó, y conjeturo que a pesar de sus 85 años estará en primera fila en la manifestación del próximo lunes, día 21, bajo el lemaNo retalleu la cultura. No será en las Ramblas, pero sí muy cerca, en la plaza de los Àngels, entre el Macba, el FAD y el CCCB. Tampoco es probable que se aglomeren las masas, pero sí habrá un buen puñado de gente de la cultura y la creación que se ha hartado de miserias, promesas y encima recochineo amenazante.

Ciertamente, estamos en tiempos difíciles para todos. Si no hay suficiente presupuesto es necesario hacer recortes, y la cultura no va a ser la excepción. Pero no todo es recortable de la misma forma, no es justo. Hay sitios por donde ya no entra ni un finísimo bisturí, pues no sobra nada. En otros asuntos cabe el hacha y hasta un bulldózer. La cultura ha sido tradicionalmente lamaríasolidaria, en permanente precariedad y afeite presupuestario.

Y, sin embargo, es un bien de primera necesidad, es lo que nos diferencia de los animales, lo que nos hace personas y nación. En momentos de extrema gravedad económica provocada por la especulación financiera, los principales perjudicados, la sanidad, la educación y la cultura, deben preservarse como un bien preciado. Lo que toca ahora es recortar privilegios, derroches, y aplazar inversiones en infraestructuras. Algo debe decrecer para que otras cosas primordiales se mantengan. Nos prometieron la cultura como eje vertebrador y cohesionador social. Pues ahora, que cumplan.