El turno

Facebook: la revuelta en un clic

GABRIEL PERNAU

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Es una reacción recurrente desde hace más de una década. Cada vez que se produce una movilización de masas más o menos repentina, se atribuye el éxito de la convocatoria al papel que han desempeñado las nuevas tecnologías. Ya pasó con los SMS del «pásalo» que después del 11-M condujeron a la derrota del PP en las generales del 2004, y algo parecido se repite ahora con la revolución que vive el mundo árabe. Facebook, Twitter y Youtube han tenido un papel capital en la caída deMubarakyBen Alí.En todos los casos, la reacción de los espectadores distantes suele ser la misma: nos maravillamos ante las increíbles posibilidades que ofrecen las nuevas formas de comunicarse y perdemos de vista lo más obvio: que la tecnología, además de obnubilarnos con diseñoshipersuperfashion,tiene que tener también una utilidad. Y la tiene, es evidente. Porque, vamos a ver, ¿de qué otra forma podían comunicarse los jóvenes tunecinos y egipcios, sino utilizando los medios más eficaces a su alcance? ¿Llamándose por teléfono? ¿Enviando convocatorias por fax o télex? ¿O quizá colgando carteles en los tablones de anuncios, como se hacía en la China deMao?

Internet permite encontrar casi cualquier cosa, incluso a alguien que te compre una nevera vieja, que te venda un piso o un restaurante para ir a cenar. A partir del 2011, se podrá decir que internet también sirve para organizar una revolución.

Y, de paso, el éxito de las revueltas contradice a los que se lamentan de que las redes sociales solo provocan aislamiento y unas relaciones deshumanizadas. Cierto que existe gente que tiene animadas conversaciones virtuales con sus amigos del Facebook, y que después no les saludan por la calle. Pero estos días hemos visto que también sirven para causas nobles. La imagen de la madre egipcia reconociendo con lágrimas en los ojos que sus hijos habían logrado lo que los padres veían imposible es sumamente reveladora.