Opinión | EDITORIAL

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Una oportunidad del TC para rectificar

La elección de dos de los magistrados más favorables al Estatut como presidente y vicepresidente del renovado -aunque no en su totalidad- Tribunal Constitucional (TC) es un hecho relevante que merece algunas reflexiones. La primera es que ahora se entiende el empeño del PP en dificultar la renovación de los cuatro magistrados que elige el Senado. Fue ese retraso de tres años respecto de lo fijado en la Carta Magna lo que permitió que el TC emitiera una sentencia que, aun rechazando el recurso del PP, implicó una seria corrección del Estatut votado por el Congreso y el Senado y refrendado por el pueblo de Catalunya. El PP, que hizo delnoal Estatut uno de los ejes de su oposición en la pasada legislatura (el otro fue el proceso de paz en Euskadi), no dudó en utilizar todas las armas -violentando incluso la Constitución- para lograr sus objetivos. No parece lo más adecuado en un partido que es alternativa de gobierno. Y esto, junto a actitudes como la reciente contra el uso del catalán en algunos plenos del Senado, confirma que el PP sigue teniendo una asignatura pendiente con Catalunya.

La segunda reflexión es que la sentencia del Estatut sería hoy distinta. Y el nuevo equilibrio del TC -que no se verá alterado por los magistrados que debe elegir el Congreso, ya que dos serán a propuesta del PP y otros dos del PSOE- podría permitir una reconsideración del contencioso. El daño a la confianza de los catalanes en la Constitución de 1978 y a la España plural ya está hecho, pero las grandes batallas constitucionales no se ganan en un día. La experiencia de otros países, como EEUU, respecto de leyes sustanciales está ahí. Pero esta oportunidad de rectificación y de recuperación de la confianza no es fácil. El nuevo TC deberá actuar con cautela pero con criterio firme, porque la oposición de los cuatro magistrados conservadores y del progresista-centralista Manuel Aragón Reyes puede ser fuerte. Y las fuerzas políticas que apoyaron el Estatut -principalmente la izquierda española y el catalanismo- necesitan neutralizar los graves errores de los últimos años. Toda prudencia es poca, pero se puede iniciar una rectificación que sería positiva para Catalunya y para España, pues una España en la que Catalunya esté incómoda siempre será más débil e inestable.