EL DIVÁN SOCIALISTA (1)

Más que nunca, catalanismo social

El PSC debe dejar atrás el debate estéril de las dos almas y evidenciar su verdadera alma plural

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MARINA GELI

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Durante siete años he liderado y gestionado la política de salud de Catalunya para garantizar la equidad y la calidad, convirtiendo el sistema sanitario en uno de los sectores estratégicos para la sociedad y para el crecimiento de la economía. Ahora me propongo servir y ayudar a refundar el PSC. No personalmente, sino en equipo. Ahora el PSC tiene que liderar el catalanismo progresista. Este no es patrimonio exclusivo nuestro, pero tenemos que ser el pal de paller.

Hemos perdido las elecciones tras presidir siete años la Generalitat. CiU ha ganado con el mismo resultado que obtuvimos en 1999, con las elecciones del cambio de Pasqual Maragall (la ausencia de una ley electoral catalana ha marcado la historia de Catalunya). Pero hay que ser realistas y mirar hacia adelante. La oposición es buena consejera y constituye una cura de humildad para revisar el PSC y el modelo de partido que queremos para liderar de nuevo el futuro de Catalunya. Haremos una oposición constructiva al bipartito de Artur Mas. Un modelo de partido no de galaxias ni de ejército, sino de red con la gente.

En 1978 se fundó el PSC sumando la antigua Convergència Socialista con la Federación Catalana del PSOE y el PSC-Reagrupament. Fue un gran proyecto de suma, tal como debe ser ahora el nuevo PSC. Sumar es multiplicar, restar es dividir. Durante más de 30 años, el PSC ha cosido el país desde abajo. Con un amplio apoyo social, uniendo a los trabajadores y trabajadoras de procedencias y lenguas maternas diversas con profesionales liberales e intelectuales progresistas. Hemos conectado con una mayoría que no se considera parte del nacionalismo catalán ni del español. Un proyecto transversal de catalanismo social, integrador, que ha permitido la entente con el resto de pueblos de España.

Nos costó 23 años llegar al Govern de la Generalitat, objetivo prioritario desde la etapa fundacional. Tenemos el orgullo de haber hecho una política sectorial transformadora en educación, investigación, hidrología, salud, energía, infraestructuras, dependencia, etcétera. Y de haber intentado con el nuevo Estatut encontrar el ensamblaje de Catalunya con España.

La crisis económica, la sentencia del Tribunal Constitucional y los propios errores del Govern han acabado con el proyecto en las urnas. ¿Y ahora el PSC hacia dónde va? Fieles al espíritu fundacional, con vocación de representar a amplias mayorías para garantizar la competitividad y la cohesión social. Fieles a los valores de la socialdemocracia, dispuestos a adaptarlos a las necesidades cambiantes. Hay que dejar atrás el debate estéril de las dos almas para evidenciar la verdadera alma plural, sin caer en malas copias de los nacionalistas catalanes (CiU) y del nacionalismo español (PP, Ciutadans). Hay que dirigirnos a las nuevas generaciones, mucho más globales, que no están en estos debates.

Ahora toca escuchar dentro del partido a militantes y simpatizantes, a alcaldes y concejales, sin dirigismos. Toca también escuchar fuera, especialmente a las personas que se han sentido huérfanas, que se han quedado en casa, que han votado en blanco o a otros partidos. Hay que debatir las ideas, construir un relato de país y decidir los liderazgos. Liderazgos en plural. Líderes capaces de gestionar complejidades internas y externas y donde los acentos no den miedo; al contrario, que enriquezcan el proyecto. Hay que hacer plural el ejercicio del poder. También feminizándolo. Y rejuveneciéndolo sin menospreciar el capital de la experiencia. Hoy no es un problema de nombres. Lo importante ahora es el proyecto. La decisión sobre quién tiene que ser el próximo candidato o candidata a la presidencia de la Generalitat debe ser fruto de la racionalidad emocional. Tenemos unos meses por delante, no hay que precipitarse.

El PSC, igual que Catalunya, necesita más peso en España y Europa. Una voz clara propia en el Congreso de los Diputados. Este debate es estrictamente instrumental y no debemos hacer de él el debate. Es un elemento más. Y no solo para temas exclusivos de Catalunya, sino para tener opinión en todas las políticas.

Federalismo es libertad y unión voluntaria. Siempre ha sido el proyecto del PSC. No podemos dejar que CiU sea en exclusiva la voz pública catalana en el Congreso. El PSOE sabe que a lo largo de estos últimos 30 años el PSC ha sido un buen aliado y debe seguir siéndolo. El debate abierto por el propio president Montilla renunciando a su escaño e iniciando el proceso congresual tiene que contribuir, a corto plazo, a obtener el mejor resultado posible en las elecciones municipales. Un partido que admite rápidamente sus debilidades y sus fortalezas es un partido maduro. Secuestrar el debate nos hace poco creíbles.

Me siento con energía e ilusión para seguir sirviendo a Catalunya como siempre he hecho. Lo hice como médica, como concejala, como diputada y como miembro del Govern. Quiero al PSC porque es el partido que más fielmente ha representado mis valores. Cada día empieza el futuro. No podemos hacer elegir a la gente entre socialismo y catalanismo. Ahora más que nunca, catalanismo social.

Consellera de Salut en funciones y miembro de la comisión ejecutiva del PSC.