El turno

Vivimos en la sociedad ansiolítica

JULI CAPELLA

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El ansia por el poder. El ansia por ganar. El ansia que genera el perder… Vivimos en la sociedad ansiolítica. Que se excita y se calma cíclicamente. Necesitamos estimulantes, pero, acto seguido, relajantes. Las elecciones al Parlament y el Barça-Madrid nos han llevado a la máxima cumbre sufridora de los últimos años. No creo que los catalanes hayamos sufrido tanto en tan pocas horas durante los últimos años. Decepciones y euforia. Pero no absolutas, sino dependiendo de cada uno.

Y me viene a la cabeza el libro de David Trueba Saber perder, que explica cómo la vida es una pérdida constante, empiezas perdiendo la teta de mamá, sigues con el pelo y a menudo acabas perdiendo hasta la dignidad. Hay que acostumbrarse pronto a perder, y verlo como la antesala de la posibilidad de ganar. O bien dejarse de consejos de pacotilla, superar hipócritas claves de autoayuda y admitir que venimos a perder y punto. Incluso finalmente la vida. Todo éxito es un entrenamiento para la pérdida definitiva.

Ahora ha ganado Mas, quien antes perdió y quien volverá a perder tarde o temprano. Ahora pierde Montilla, quien ya ganó y que volverá a ganar (vete a saber qué; algún cargo, seguro) dentro de poco. Ha ganado el Barça y nos pusimos eufóricos, pero algún hincha ya comentaba: «Seguro que perderemos en el Bernabéu». Segurísimo y, si no este año, el siguiente o el otro. Ganar es empezar a perder y perder anuncia la posibilidad de ganar. Messi perderá dentro de poco su liderazgo, y tal vez sea Ronaldo quien se lo arrebate para volver a perderlo al poco tiempo.

Perdemos apuestas (muchas), perdemos seres queridos, perdemos neuronas constantemente… Ganamos años, ganamos amigos, ganamos experiencia constantemente, ganamos apuestas (pocas).

Ganar y perder, es decir, competir, es el sino de la humanidad. Pero la competencia, ¿es motor de progreso o simplemente ansiosa mecedora que no te lleva a ninguna parte?