Opinión | Editorial

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Victoria amplia, derrota indiscutible

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

Aunque esperado, el resultado de las eleccio- nes de ayer significa una convulsión en el Parlament de Catalunya. La amplia victoria de CiU es tan indiscutible como el hundimiento del tripartito y especialmente de sus dos fuerzas principales, el PSC y Esquerra Republicana. Pero hay otros datos relevantes: el ascenso del PP, la consolidación de Ciutadans y la irrupción en la Cámara de la Solidaritat per la Independència (SI) de Joan Laporta.

CiU se queda a las puertas de la mayoría absoluta, para la que le faltan seis escaños, pero consigue la mayoría suficiente que demandaba para poder gobernar en solitario. Podrá hacerlo, pero el resultado le obliga a negociar la investidura y los próximos presupuestos en una situación dramática de crisis económica. Artur Mas tiene en este sentido diversas opciones. Anoche, lógicamente, no desveló ninguna y se limitó, en un discurso integrador, a pedir la ayuda de todos y la «movilización del país» para «levantar Catalunya». El nuevo president dijo que gobernará con «humildad, responsabilidad y esperanza», y proclamó: «Somos servidores y no salvadores de Catalunya».

El PSC obtiene, por su parte, los peores resultados de su historia, cinco diputados menos que los que había cosechado en 1980, en las primeras elecciones a la Generalitat restaurada, los más bajos hasta ahora. Nunca los socialistas catalanes habían bajado de 30 escaños (ahora tendrán 28) y solo en tres de las nueve convocatorias no habían alcanzado los 40. El fracaso es, pues, espectacular. Ante la pérdida de nueve escaños, José Montilla anunció que renunciará en el próximo congreso del partido a repetir en la primera secretaría, del mismo modo que en la campaña electoral ya aseguró que no volvería a ser cabeza de lista en las próximas elecciones.

Estabilidad

El PSC, como reconoció Montilla, necesita renovar sus propuestas, su liderazgo, su organización interna y su conexión con la sociedad. Los socialistas no han sabido rentabilizar su obra de gobierno, han pagado la crisis, la tardía y desafortunada sentencia sobre el Estatut y la desunión del Govern.

Montilla no se pronunció sobre la oposición que el PSC va a practicar. Tan solo deseó a Mas el «máximo acierto para afrontar una situación económica difícil». Precisamente para afrontar esa crisis, CiU debe formar un Gobierno fuerte con una mayoría estable y los grandes partidos, como el PSC, deben reflexionar si deben contribuir a facilitar esa estabilidad parlamentaria.

El Parlament está ahora más fragmentado que antes, con la entrada del grupo de Laporta, y precisamente, cuanto mayor es la dispersión, más necesaria es la estabilidad. Los cuatro escaños de SI no significan un crecimiento del independentismo, después de las expectativas levantadas en julio. Al contrario. La debacle de ERC, que pierde 11 diputados y pasa de tercera a quinta fuerza, determina que el independentismo baje de 21 a 14 escaños. Aunque con los mismos diputados, ERC queda incluso por detrás de ICV, el componente del tripartito que resiste mejor, gracias a su fiel electorado, y solo pierde dos diputados.

El PP catalán es el segundo triunfador de los comicios, ya que saca el mejor resultado de su historia, superando incluso en un escaño los 17 diputados que Vidal-Quadras obtuvo en 1995. Después de su actuación en el debate del Estatut, contra el que presentó el recurso que ha propiciado el recorte, este ascenso solo puede interpretarse como la antesala del castigo que los electores españoles preparan contra Zapatero a causa de la crisis.

Finalmente, dos apuntes contrapuestos. El alivio que significa, por una parte, el aumento de la participación, que roza el 60% (cuatro puntos más que en el 2006), aunque es exagerado hablar de «alta participación». Y, por otra, la preocupación de que la candidatura xenófoba y racista haya tenido el voto de 75.000 catalanes, aunque se haya quedado fuera del Parlament.