El epílogo

Alemanes y catalanes

JUANCHO Dumall

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una de las novedades de la campaña electoral recién superada ha sido el recurso por parte de los partidos nacionalistas e independentistas a un antiespañolismo desacomplejado. No, por supuesto, un antiespañolismo étnico, ni tampoco el que nace como reflejo de la incomprensión de la realidad lingüística catalana. En esta ocasión, las voces de la radicalidad contra España han tenido su epicentro en la cuestión fiscal, o sea, en lo que Catalunya aporta al resto del Estado. Lo dijeron Artur Mas («No queremos pagar la gran fiesta española con nuestro dinero»), Joan Puig-cercós («En Andalucía no paga ni Dios») y Joan Laporta («Dentro de España, Catalunya se empobrece, porque cada día nos toman 60 millones de euros de expolio fiscal»). Y lo dijeron en un vídeo, con un guión no precisamente de Martin Scorsese, las juventudes de CDC y de UDC en el que, literalmente, España le robaba la cartera a la buena gente.

El debate sobre lo que Catalunya da y recibe de España es viejo. Pero lo que es nuevo es el tono descarado, sin prejuicios y vocinglero con el que se ha expresado ahora. Porque no es lo mismo reclamar la publicación de las balanzas fiscales que concluir que aquí se perpetra un atraco por minuto, por más que ese mensaje sea grato de oír para muchos ciudadanos cabreados.

Mas hace de Merkel

Este salto cualitativo en la política catalana coincide con el nuevo estado de opinión que se impone en Alemania en relación con la crisis del euro. Los alemanes, con la cancillera Angela Merkel a la cabeza, están hartos, dicen, de pagar la fiesta de Irlanda y de los países mediterráneos. Es decir, de nuestra fiesta. Salvando las distancias, aunque en ambos casos late el problema de la cohesión entre territorios ricos y pobres, Mas está haciendo de Merkel y nosotros hacemos de andaluces supuestamente poco productivos.

Tras el festival de excesos verbales de la campaña electoral, el president de la Generalitat que hoy salga de las urnas tendrá que entenderse con el resto de España y va a encontrarse en un escenario con demasiados cristales rotos en el suelo.