La Unesco decide la inscripción en el Patrimonio de la Humanidad

A un paso de la universalidad

Los 'castells' encarnan la apertura, la diversidad, la igualdad y el triunfo propio sin la derrota de nadie

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MIQUEL BOTELLA PAHISSA

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El Comité de Patrimonio de la Unesco decidirá en su reunión de Nairobi de este mes de noviembre si loscastells se inscriben en la lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Si, como esperamos, la decisión de este organismo es positiva, se podrá decir que los castells han hecho una carrera meteórica. En muy pocas décadas, habrán pasado de ser una actividad de ámbito local y comarcal a obtener el máximo reconocimiento universal y ser incluidos en el catálogo de los tesoros culturales de la humanidad.

Los argumentos que justifican esta pretensión de la comunidad castellera pueden agruparse en cuatro apartados: la vitalidad actual de loscastells, la espectacularidad, la vivenciacastelleray su potencial como transmisor de valores.

Loscastells están viviendo el momento más brillante de su bicentenaria trayectoria. De la media docena decolles que existían en 1970, se ha pasado a más de 60 en la actualidad. De las construcciones de ocho pisos, límite de aquel momento, a las actuales de 10. De las contadas ciudades y pueblos en donde se podían vercastellsentonces, a realizarse, como el año pasado, 18 actuaciones en el extranjero y más de 500 en toda Catalunya.

El potencial espectacular de loscastellses lo que inmediatamente perciben los que acuden a las plazas o los ven por televisión. Loscastellsexhiben fuerza y belleza plástica, se entienden a primera vista, siempre son de resultado incierto y tienen una reconocida capacidad para generar emociones. En definitiva, son un producto de éxito con una demanda más que solvente: el 93,6% de la población catalana los considera una actividad positiva o muy positiva y el Parlament tomó su último acuerdo por unanimidad, hace ahora dos años, precisamente para dar apoyo a la presentación de la candidatura en la Unesco.

La vivenciacastellera,que mueve más de 7.000 mujeres y hombres a dedicar su tiempo y energía a esa actividad, es una experiencia doble. Por un lado, física: la fuerza, el cuerpo a cuerpo, el pecho contra espalda. Por otro, emocional: compartir la ilusión de lograr un gran reto; experimentar el respeto, e incluso el miedo, que este reto puede provocar; vivir entre compañeros, no con la massa, la alegría del triunfo y la decepción del fracaso. Todos estaremos de acuerdo en que nuestra sociedad no ofrece muchas vivencias de esa amplitud e intensidad.

Pero, a pesar de la validez de estos argumentos, es cierto que existen muchas actividades, con más capacidad de convocatoria y más practicantes que loscastells,que no pueden aspirar a este reconocimiento. Si las colles tenemos esta aspiración es porque sabemos que en loscastellsexiste algún plus que nos avala y justifica. Y este plus no es otro que los valores que loscastells transmiten y el potencial simbólico que vehiculan. En eso sí que nadie puede competir.

En primer lugar, apertura y diversidad. Quien llega a unacollacastelleranunca escuchará a nadie decir: «Aquí ya somos suficientes, el equipo está completo». Para realizarcastellshace falta mucha gente y todos pueden aportar algo, sea cual sea su edad, sexo, profesión, habilidades, tiempo del que dispone, lugar de nacimiento o la lengua que habla. Lascollesson entidades abiertas, reflejo de la diversidad social y, por ello, escuelas de tolerancia y de civismo.

En loscastells, el triunfo propio no tiene que ir asociado a la derrota de nadie. Son la única actividad de grupo en que uno puede sentirse ganador sin que haya un perdedor. El resultado delcastellsólo depende del esfuerzo, la capacidad de sacrificio, la cooperación y el trabajo en equipo de los miembros de lacolla.La autosuperación es la fuerza motriz de lascolles castelleres;la rivalidad, solo el complemento.

En loscastells,las jerarquías sociales se disuelven. Las barreras entre las personas se difuminan y los roles a menudo se intercambian. Cada uno aporta algo que nos iguala a todos, el propio cuerpo. «Loscastellsson el único lugar en el que el trabajador puede subir a espaldas del amo», se decía en un lenguaje contundente de innegable regusto decimonónico.

Todos loscastellersson amateurs. Los castellshan progresado bajo el signo del amateurismo integral y la ilusión es el único combustible que empuja a loscastellers.El sueño frustrado del barón de Coubertin está bien vivo en nuestro mundo. Elcastell es una obra colectiva. Las individualidades son poco relevantes y ningúncracksacará adelante unacolla.Nadie marca ningún gol, ni hace ninguna asistencia. El triunfo es de lacolla y de todos loscastellers.

Y es en estos valores en donde radica la fuerza de loscastells. Son lo que los hace únicos y les otorga un significado universal. Los castells tienen una cuna reconocida, Valls, y unas raíces muy nuestras, pero poseen y transmiten valores universales deficitarios en las sociedades actuales. Por ello la semilla ha empezado a crecer en lugares tan alejados y dispares como Chile o China.Presidente de la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya.