Gente corriente

Miguel Schafschetzy: «Tener un hijo biológico es un error ético»

Antinatalista. Es contrario a la procreación, por principio, pero es un padre entregado a sus dos hijas adoptadas.

«Tener un hijo biológico es un error ético»_MEDIA_2

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NÚRIA NAVARRO

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Hijo de un aplaudido actor de teatro alemán, Miguel Schafschetzy (Gratz, Austria, 1958) vino a Cadaqués como turista hace 25 años, se enamoró y se quedó. Aquí estudió Filología Hispánica y Filosofía. Ha hecho de guía turístico, jardinero, cooperante en Nicaragua, operario de fábrica y administrativo en un hospital. Su vida ha mudado varias veces, pero su negativa a la procreación no ha cambiado.

-Exponga su idea.

-Tener un hijo biológico es un error ético.

-¿Y lo del «creced y multiplicaos»?

-Creo que el imperativo moral debe venir de las necesidades humanas.

-Explíquese.

-Nadie se para a pensar sobre la moralidad de crear una vida. Se queda en un capricho personal.

-Capricho, capricho...

-No digo que una persona tome esa decisión equivocada a conciencia. Lo que digo es que no se puede crear una persona sin garantizar que pueda tener una vida feliz, y eso sabiendo que lo único seguro es su muerte.

-Estamos diseñados para la reproducción.

-Estamos diseñados para copular. También lo están los animales y no se plantean cuestiones genéticas. Yo nunca he sentido la necesidad de perpetuar mis genes.

-Con esa lógica, usted no existiría.

-Solo puedo saber de los problemas porque existo. Y sé que hay una dimensión demográfica del sufrimiento. Somos 7.000 millones de personas. Cuanta más gente, mayor es el número de víctimas de la pobreza, las enfermedades, las guerras. Lo más sensato sería limitar la natalidad. Mi postura se aproxima a la de los utilitaristas.

-¿Los utilitaristas del siglo XVIII?

-Sí. Jeremy Bentham propuso que el objetivo último de la actividad política fuera «la mayor felicidad para el mayor número de personas». Pues yo, como mínimo, reclamo «el menor sufrimiento posible para el mayor número de personas». La ausencia de sufrimiento es una necesidad.

-Europa envejece. Sufrirán los mayores.

-El concepto de envejecimiento social es una cuestión coyuntural que puede interesar a determinados sectores. Lo importante es cómo se distribuyen los recursos. Además, es absurdo plantear esta preocupación cuando hay paro juvenil. Si nacen más niños habrá una competencia entre jóvenes sin trabajo y mayores.

-Es una perspectiva.

-A los niños los ponen como solución a los ancianos, pero ¿quién se para a reflexionar sobre su futuro? ¿Qué ocurrirá si el cambio climático hace más estragos, por ejemplo?

-Imagine que todos decidimos no tener niños. ¡Adiós a la especie!

-Ahora somos 7.000 millones y yo propongo que seamos mil veces menos. Tal vez entonces podríamos plantearnos cómo tiene que existir la especie humana.

-¿Siempre ha pensado así?

-A los 18 años tuve una crisis personal. Imagino que las causas fueron la soledad, cierta frustración sexual, pero también una demoledora conciencia de la realidad de la tortura. Esta conciencia se convirtió en un aguijón permanente que me ha ido empujando hacia compromisos éticos. A los 30 años decidí hacerme la vasectomía.

-¿Nunca se ha arrepentido?

-No. Y eso que me provocó algún problema con el psicólogo que tenía que dar el certificado de idoneidad para la adopción. Él no podía entender que renunciara a tener un hijo biológico. La adopción suele ser siempre la segunda opción.

-O sea, a usted le gustan los niños.

-Naturalmente que sí. Tengo dos hijas: la mayor tiene 9 años y la fuimos a buscar a China cuando tenía uno y la otra, a punto de cumplir 7, estaba en un orfelinato de Barcelona (su madre era de Liberia pero tuvo problemas de salud y la entregó al nacer). Las quiero y se quieren.

-¿Diría que sus hijas sufren?

-Cuando la vida ya existe, los planteamientos son otros. Un niño adoptado es un niño que existe, y hay que procurarle el máximo bienestar.

-Lo suyo no es una huida de las responsabilidades, vaya.

-Mi postura antinatalista no resta ningún tipo de compromiso. Siempre he militado en distintas propuestas humanitarias, políticas y sociales. A finales de los años 80 fui voluntario en Nicaragua para apoyar al Gobierno sandinista, he tenido actividad sindical, soy miembro de Amnistía Internacional. Creo que hay que luchar por un mundo mejor, más justo y más pacífico.