El epílogo

Incorrecto Vargas Llosa

JUANCHO Dumall

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La ciudad de Barcelona ha perdido esta semana una oportunidad extraordinaria para reforzar ante el mundo su imagen de potencia cultural. La concesión del Nobel de Literatura aMario Vargas Llosaofrecía una ocasión para que alguien, el ayuntamiento, la Generalitat, los hiperactivos portavoces de la sociedad civil, recordaran que elboomde la literatura latinoamericana, uno de los grandes fenómenos culturales del siglo XX, premiado ya dos veces por la Academia Sueca, nació exactamente aquí, en Barcelona. Tuvo que ser el propio autor peruano quien lo rememorara el jueves al citar aCarlos Barraly aCarmen Balcells, el editor y la agente que lanzaron su obra al mundo entero, igual que hicieron con la deGabriel García Márquez.

Potencia editorial

Porque fue la Barcelona de los primeros años 70, con Francovivo, la que sirvió de trampolín internacional para ese ramillete de genios. La capital catalana presumía entonces de ser, pese a la dictadura, la mayor potencia editorial de la literatura en castellano. Ahora también lo es, pero ya nadie se vanagloria de ello.

Una ciudad que, de la mano dePasqual Maragall, buscó con entusiasmo un lugar en el mapa del mundo a través de la organización de los Juegos del 92 hace mal en no reivindicar la parte que le toca de otro acontecimiento que también la situó en el mapa global de los movimientos de vanguardia. Y el protagonizado porVargas Llosa, Donoso, García Márquez y Cortázarlo fue.

Tal vez haya que buscar en la política -en lo peor de la política- las razones últimas de este presunto olvido. Es cierto que el escritor peruano ha sido crítico con el nacionalismo catalán, a veces desde posiciones extremas, y que ha defendido posturas liberales que le han acercado a personajes de la derecha española como José María AznaroRosa Díez. Pero eso no invalida en absoluto su obra ni su compromiso radical con la escritura. Solo desde un rancio sectarismo puede darse la espalda a un autor incómodo que ha cometido la incorrección de decir que aquella Barcelona de los primeros 70 le gustaba más que la actual.