La rueda

Nuestra relación con España

ROSA CULLELL

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Hay un prefijo que me cuesta utilizar y entender en los que lo utilizan. Se trata del tan manoseado re. Todo se redefine, reabre y redimensiona. No es suficiente con definir un proyecto, abrir un debate o dar la dimensión adecuada a las leyes que se aprueban. Cuando nos acercamos al periodo electoral, los partidos se reorientan hacia el voto. Y se reinventan, otra horrible palabra. Pero a mí me cuesta entender cómo se redefine una relación complicada como la de Catalunya y España, aunque no dudo de que Artur Mas se disponga a intentarlo.

Desde el punto de vista económico no encuentro inviable la independencia de Catalunya, aunque tampoco me parece que sea una prioridad ni una ventaja para las empresas y los trabajadores de este país (si quieren, nación). Más fácil y atractivo me parecía avanzar hacia un Estado federal, pero los admiradores de Pi i Margall no somos ya suficientes ni para montar una asamblea.

Mis dudas son de tipo personal, porque en las relaciones no todo es el dinero ni los compromisos legalmente adquiridos. En la vida en común se crean lazos que cuesta modificar, y aún más romper. Con las pocas excepciones de familias que no se han mezclado, los catalanes somos todos medio charnegos. A pesar de esas eles en mi apellido, herencia de un bisabuelo que abandonó Ripoll para ganarse la vida, no veo cómo Convergència va a redefinir mi relación con España. Tengo un marido de Pamplona, cuñados en Valladolid, sobrinos en Cantabria, un padre de Valencia, varios abuelos albaceteños y muchos amigos en la mismísima capital. Con todos ellos mantengo una relación estrecha, que proviene de una infancia manchega, de varios veranos saltando olas en San Vicente de la Barquera, de diversos acentos que llevo enganchados al paladar y de incontables poesías o novelas en lengua castellana, que también es una de las mías.

¿Sobreviviríamos sin España? Seguro. Estamos en Europa. Pero nuestra relación con España es personal e intransferible. Mucho más estable que las declaraciones políticas y los intereses electorales. No la puede redefinir ningún partido.