La rueda

Dios, los físicos y el universo

RAMON Folch

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Mediante las neurohormonas, el cerebro regula las funciones del cuerpo, desde el sueño o el apetito hasta la diuresis o el ritmo cardiaco. Igualmente, se ocupa de los sentidos o del control muscular. Pero con este órgano glandular también pensamos. El pensamiento es un metafenómeno sorprendente. No se puede extirpar porque no está en ninguna parte de la masa encefálica y en toda ella. De ahí que diferenciemos el cerebro de la mente (sin que sepamos muy bien qué es esa mente con la que declaramos no comprenderla…). Fascinante.

Mediante este pensamiento surgido de la evolución biológica vamos tirando. Tratamos de explicarnos de dónde venimos y a dónde vamos. Los conocimientos generados por las ciencias han superado las concepciones especulativas de la antigüedad. Hoy en día somos capaces de explicar muchos fenómenos materiales, pero aún fracasamos ante otros. ¿Por qué ese cerebro limitado y de funciones tan difusas iba a poder comprenderlo todo?

El universo es uno de los grandes temas pendientes de ser entendidos. Últimamente hemos avanzado mucho. La astrofísica y la informática han aportado informaciones insospechadas, la mecánica cuántica y la física relativista han proporcionado algunas claves. Pero nuestros conocimientos parecerán tan rudimentarios a las generaciones venideras como lo son para nosotros los conceptos de las anteriores. Moderno significa actual, no insuperable.

Stephen Hawking ha cambiado de parecer y dice ahora -The Grand Design, recién publicado- que con los datos ya disponibles se puede explicar el origen del universo sin la intervención de ser trascendente alguno. ¿Y con los datos de que aún no disponemos o de los que no dispondremos jamás? Dios es el nombre de lo que no sabemos explicar. Prescindir de él no es la explicación que nos viene faltando; fiarlo a él, tampoco. Ignoramos si somos Pinochos surgidos de un Geppetto juguetón o sarmientos accidentalmente independizados de su cepa. No estiremos más el brazo que la manga. De momento, trabajo tenemos, con nuestro cerebro glandular que no sabe por qué piensa ni cómo, para comprender la viña inmediata.