La rueda

Hijos de las lenguas

NAJAT El Hachmi

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Cuando se trata de políticas lingüísticas, los inmigrantes son como los hijos de padres separados mal avenidos que deben decidir si quieren más a papá o a mamá. Está claro que en Catalunya papá y mamá no han tenido nunca una relación de igual a igual y cada uno manipula la historia común para poner al hijo de su parte. Solo en este tema, naturalmente, porque cuando hay que hablar de políticas sociales o de igualdad de derechos el niño es ignorado e incluso es algo molesto. El régimen de visitas no está claro ni es lógico, y quien lo mire con un poco de perspectiva verá que el comportamiento lingüístico de este país tiende a la esquizofrenia.

Ahora resulta que la ley de acogida también se cuestiona y se la quiere hacer pasar por el mismo aro que el Estatut, para ser consecuentes, dice la Defensora del Pueblo. Una ley que surgió de un trabajo hecho desde la base, desde las entidades e instituciones que trabajan directamente con la inmigración que sí saben de qué va el asunto. En las reuniones organizadas por la Secretaria d'Immigració previas a la redacción de la ley se hacían tormentas de ideas para aportar propuestas para que la llegada y el arraigo de quien viene de fuera de Catalunya se haga de la manera más adecuada para el conjunto de la sociedad. Y, ya digo, como quienes participaron pisaban la calle y no los coches oficiales, el resultado fue una redacción que tiene los pies en el suelo. Por lo que respecta al tema lingüístico, una cosa quedó clara: si la aspiración colectiva es que quien se establece aquí de forma permanente pueda tener garantizadas las mismas oportunidades, no tiene otro remedio que adquirir las dos lenguas. Solo con una estará siempre en desventaja. De todas formas, quizá ahora mismo este es el tema que menos preocupa a mucha de la inmigración reciente, afectada de forma dramática por el paro y un generalizado aumento de la xenofobia. Mientras nos peleamos para ver en qué lengua habla el hijo, este quizá se está muriendo de hambre y los abusones del cole lo hostian a base de bien instándole a marchar a otro lugar. Por cierto, uno de ellos ya amenaza con entrar en el Parlament.