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Carta destacada del día: 'Cobardía ante el fracaso de la ley antitabaco'

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

Diana Puig Bono
Eivissa

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La noticia de que «la nueva ley antitabaco provocará el cierre de 70.000 bares», como he leído en un diario, me ha llamado la atención. Pero, en relación con este tema, lo que me impresiona es pensar en que este hábito tan generalizado también afecta a los que no han probado nunca un cigarrillo, en su mayoría niños. El que fuma tiene todo su derecho a hacerlo, pero no cerca de mis pulmones, de mi boca y de mi nariz. No me gusta debatir sobre algo que no afecta a mis derechos, pero la vertiente de los fumadores pasivos y las repercusiones del veto al tabaco en bares y restaurantes son cuestiones que me interesan. ¿No tienen los locales de restauración nada mejor que ofrecer a los clientes que el permiso para fumar, aunque todos sabemos que eso perjudica a la salud? Nos comportamos como cobardes y, en muchos aspectos, seguimos siendo una país por civilizar. Nos cuesta educar a los demás y fomentar una mentalidad más sana y respetuosa.

No comprendo esta falta de sentido común entre los que siguen con el tabaco pese a que les hace daño, y eso que los datos son claros: el 85% de los casos de cáncer de pulmón se deben al tabaquismo, responsable de la muerte de unas 45.000 personas al año. El que fuma, que fume; allá él. Pero que no me obligue a mí a tener que aguantar ese vicio, ese modo de ser fumadora sin quererlo. Estoy cansada de no poder entrar en muchos locales a causa del humo. Los fumadores parecen tener más fuerza que los demás, pero deberían respetarlos. Si molesto estando al lado de alguien, que me lo digan, que me iré. Yo no estornudo en la cara de nadie, ni tampoco toso, ni escupo. Esas son las sensaciones que tengo cuando alguien me echa el humo a la cara. Y eso no tengo por qué aguantarlo.