Al contrataque

140 caracteres

MANEL FUENTES

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El delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, es independentista. Estoy casi seguro, y eso que el miércoles pasado parecía más catalanófobo que otra cosa cuando se atrevió a decir en campaña que no quería que su futuro lo decidiese un político que se llama Albert. En alusión a Albert Rivera y a los buenos augurios que las encuestas dan a Ciudadanos.

Si la cosa se hubiera quedado ahí, y España fuera un país serio, el señor Sanz se hubiera tenido que ir a su casa porque Rajoy lo hubiera destituido. Además, el presidente hubiera salido ante las cámaras, a hacer una declaración pública disculpándose con los catalanes, que él ve tan españoles y por tanto iguales en deberes y derechos con los andaluces. Habría descalificado a Sanz y nuevamente pediría perdón por haber puesto al frente de una delegación del Gobierno a semejante sujeto.

Pero el caso es que nada de esto ha pasado. Rajoy le ha mantenido en el cargo y el tal Antonio, ni corto ni perezoso, el jueves hizo el siguiente tuit: «Lamento la confusión con mis palabras. Máximo respeto y admiración por Catalunya».

Y esto sí que lo cambia todo, porque si Sanz respeta y admira a Catalunya, y a la vez no quiere que un catalán presida España, debe ser que estamos hablando de un independentista de pura cepa. ¿Les cabe otra interpretación? Un independentista tiene el máximo respeto y admiración por Catalunya y no está claro que quiera que un catalán presida España. Aunque en las actuales condiciones jurídicas, podría. Con lo cual, las palabras de Sanz -que según él, han generado confusión- solo encuentran la lógica perfecta, anticipando una independencia a la brava de Catalunya como algunos proponen. Solo si fuera expulsada de la Unión Europea, sus ciudadanos no podrían acceder a un cargo público en un país de la Unión.

Presunto independentista

Lo que sorprende es que Rajoy tampoco lo ha destituido por presunto independentista ni por trabajar por la independencia desde un cargo público, como sí que le ha pasado al juez Vidal. ¿Acaso manteniéndolo en el cargo, Rajoy está suscribiendo todo lo dicho por Antonio Sanz en campaña y completado en Twitter?

Vivimos tiempos muy extraños donde los que todavía respetamos a las instituciones y tenemos el valor de colaborar puntualmente con ellas, entendiendo que desde ellas no hay que hacer política, estamos por dimitir. Nosotros sí, por ver cómo algunos las han vampirizado, hasta pervertir sus mecanismos correctores. Hasta corromper su sentido integrador.

Tal vez al señor Sanz hoy le gustaría tener los 140 caracteres para poderlos cambiar según donde habla, pero ya nos hemos dado cuenta, especialmente los catalanes, de que de carácter, solo tiene uno, grande y excesivamente libre.