El futuro de la Unión Europea

Las elecciones francesas y Merkel

El cambio de rumbo alemán depende más del resultado de la CDU en dos 'länder' que de si gana Hollande

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CARLOS ELORDI

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SiFrançois Hollandegana la segunda vuelta electoral -que es lo que prevén la mayoría de los analistas- la actitud de Francia en la UE cambiará. París contestará el dogma de la austeridad, exigirá políticas de crecimiento y que el BCE se dedique a luchar contra la recesión. Si esNicolas Sarkozyquien se impone, batiendo a las encuestas, su segundo mandato en la presidencia será bastante menos aquiescente con las políticas europeas de Alemania que el anterior. Aunque solo sea para apaciguar a sus votantes procedentes de la ultraderecha. Lo que no está dicho es que esa previsible presión francesa vaya a modificar las posiciones deAngela Merkel.

Para saber si eso puede ocurrir, las elecciones regionales en Schleswig-Holstein (el 6 de mayo) y en Renania del Norte-Westfalia (13 de mayo) pueden aportar casi tanta luz como las presidenciales francesas. Porque, más allá de qué gobiernos se formen en ambosländer, en esos comicios no solo se debería dilucidar si la dura política europea de Alemania merece el aplauso de los votantes (es decir, cuál es la fuerza de la CDU deMerkel),sino también la dinámica electoral de los demás partidos y, en particular, de los socialdemócratas, que, sin oponerse frontalmente a las posiciones de la cancillera, son más receptivos que ella a demandas como las que haceHollande.

Los analistas alemanes creen que ambas elecciones, y sobre todo la segunda, prefigurarán el resultado de las generales germanas del 2013. Si, como prevén los sondeos, la CDU se mantiene o crece y se hunde el partido liberal -el actual socio de gobierno deMerkel-, una coalición entre democristianos y socialdemócratas podría configurarse como el futuro Ejecutivo de Berlín. Eso, con permiso de los verdes, que podrían ser un aliado alternativo potencial de la CDU.

En definitiva, que lo que ocurra en breve en Francia y en Alemania, y también en Holanda, puede cambiar el signo de la política europea, anclada desde hace demasiado tiempo en la intransigencia alemana, que no parece afectada, al menos en las declaraciones oficiales, por el riesgo de que las dificultades financieras de España y de Italia acaben con el euro.

Aunque nadie se hace muchas ilusiones de que el panorama pueda modificarse sustancialmente a corto plazo, lo poco que trasluce de los debates entre quienes tienen el futuro de Europa en sus manos, así como las impresiones de los expertos más respetables, hace entrever que pueden producirse algunos cambios. En las páginas de los grandes periódicos europeos se suceden propuestas sobre lo que tendría que hacer el BCE para salvar a los bancos -los españoles-, sobre fondos para impulsar el crecimiento, sobre cómo Alemania podría modular su postura. Y el rechazo a la austeridadÜber alleses cada vez más generalizado.

«Sin tener la certidumbre absoluta de ello -escribía la pasada semanaMartin Wolf, el gurú delFinancial Times-, la salida más probable es un compromiso entre las ideas alemanas y el desastre europeo: crecerá el apoyo a los países en dificultades, subirá la inflación alemana y se reducirán sus superávits». En su primer viaje al extranjero, que ha prometido que será a Berlín, unHollandepresidente podría urgir aAngela Merkela que emprendiera esa nueva vía.Sarkozytambién podría decirle algo de eso.

Pero más que a la presión gala -que, aun contando mucho, la cancillera podría contrarrestar citando la debilidad económica francesa-, la eventual modulación de la firmeza alemana podría responder a su temor a que el euro se desfonde, y con él la UE. Porque más allá de su cicatería y de su obsesión por que los demás países sigan el modelo alemán, la crisis no parece haber alterado la convicción europeísta de los dirigentes políticos alemanes, y hasta el momento no hay indicio alguno de que preservar a Alemania de la crisis no sea tan importante para ellos como salvaguardar el proyecto europeo.

Con todo, y no excluyendo escenarios bastante menos esperanzadores, ninguna modulación de la política europea va a cambiar el panorama económico y financiero español a corto y medio plazo. Sean cuales sean sus planes para el futuro, Alemania no va a permitir que Madrid se salga de la senda de la austeridad. Es más, si Berlín estuviera estudiando la posibilidad de ayudas al crecimiento para España, reforzaría aún más sus exigencias. Particularmente en el sentido de que nuestro país diga la verdad de sus cuentas y acabe con los tapujos que ha hechoRajoy: empezando por el retraso del Presupuesto hasta después de las elecciones andaluzas y siguiendo con las falsas previsiones de reducción del déficit que ha hechoMontoroolvidándose de los mayores costes en el 2012 de la deuda pública, el subsidio a los parados y las pensiones.

Pero además de eso, o por delante de eso, está el tema de la banca. Si para recapitalizar nuestro sistema financiero va a hacer falta dinero extranjero, como cree todo el mundo menos el ministroGuindos,solo llegará a cambio de contrapartidas no precisamente favorables para nuestros gastos sociales. Periodista.