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'Revival' de la casa de tu abuela

La Moderna Singular recupera el colmado de toda la vida con productos artesanales y de proximidad con un toque 'kitsch'

DE TODO UN POCOInterior de La Moderna Singular, donde se pueden encontrar multitud de objetos 'vintage'.

DE TODO UN POCOInterior de La Moderna Singular, donde se pueden encontrar multitud de objetos 'vintage'.

Natàlia Queralt

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"Algunos restaurantes nos compran orinales de cerámica para hacerlos servir como cubiteras", revelan los propietarios de La Moderna Singularun establecimiento encantador con vocación de colmado 'vintage' que se encuentra en el número 99 de la calle de Borrell, en el barrio de Sant Antoni.

"Todos los artículos que vendemos aquí están hechos de forma artesanal, son productos de proximidad y, lo más importante para nosotros, tienen una historia que contar", afirman los propietarios, quienes prefieren mantenerse en el anonimato y ceder todo el protagonismo a su tienda, que este año cumple su primer aniversario.

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A ellos les preceden más de dos décadas de trayectoria en el diseño gráfico y el coleccionismo de antigüedades: el buen gusto en la selección de los productos está asegurado. Entrar en La Moderna Singular es retroceder en el tiempo. El perfume Maja de tu abuela, el tazón de chocolate Pingüicao que preparaba tu tía o la espuma de afeitar Floïd que usaba tu abuelo son algunos de los olores que te van a sorprender cuando pongas los pies en la tienda.

FUERA DEL CIRCUITO COMERCIAL

"Tenemos objetos que la mayoría de gente daba por extinguidos, aunque lo cierto es que estos productos solo han desaparecido del circuito comercial de la ciudad y se siguen fabricando en menor cantidad", explican. Ellos se dedican a visitar las fábricas, conocer a los propietarios y seleccionar si este o aquel producto se ajusta a la naturaleza de la tienda de estética sumamente cuidada con un toque 'kitsch'.

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Entre los objetos que se venden mejor destacan las golondrinas de cerámica, que simbolizan el retorno de los hijos al nido, y las boinas de la marca Elosegui, que se fabrican desde 1858 y parecen estar triunfando en Instagram. Pero pensar que toda la clientela que acude a este establecimiento peculiar son nostálgicos de los años 60 es un grave error.

"Aquí vienen diseñadores que buscan inspiración, personas melancólicas que preguntan por algún producto concreto que les trae buenos recuerdos, extranjeros que quieren conocer la auténtica esencia de Barcelona...", aseguran los propietarios, quienes ya han realizado envíos de mantas de lana a Canadá y juegos de tazas de cerámica a México.

"La Moderna Singular demuestra que todo vuelve, porque aquí acuden personas mayores a ofrecernos objetos que sus nietos no aprecian y después llega un turista americano, se enamora de un cántaro de barro y se lo lleva como pieza 'vintage' y ecológica para enfriar el agua". Precisamente, el compromiso con el medioambiente forma parte del código ético de este establecimiento, que ha implantado el envase retornable como medida para animar a sus clientes a reciclar.

EN EL MISMO LOCAL QUE EL HISTÓRICO CALZADOS LLUCH

La Moderna Singular es una celebración de la nostalgia y, a la vez, un homenaje a la tienda Calzados Lluch, el comercio histórico que ocupó este mismo espacio durante más de un siglo y que el Ayuntamiento ha catalogado como establecimiento emblemático. La tienda mantiene la decoración original de estilo neoclásico desde sus inicios, lo que le confiere un aire aún más auténtico.

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"Lo nuestro con el local fue amor a primera vista", recuerdan los propietarios. "Cuando abrimos la persiana y descubrimos la maravillosa tienda, la trastienda y la vivienda dijimos: '¡Esto no lo podemos dejar escapar!'". Como reconocimiento a los orígenes del local, cada temporada ponen a la venta un tipo de calzado tradicional: en primavera optaron por las cangrejeras de toda la vida y este invierno se han decantado por las babuchas mallorquinas.

Sumergido en el ambiente de La Moderna Singular, lo único que recuerda que hemos cambiado de milenio es el ordenador de sobremesa que preside el mostrador. Sino fuera por él, entre los objetos dignos de un 'revival' de la casa de tu abuela y la infinidad de historias que tienen los propietarios por contar, uno creería que se ha quedado atrapado en el tiempo.

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