PASEO CON BRISA

Las golondrinas toman vermut

Una hora es suficiente para acabar bailando a bordo de una golondrina ante los colosales hoteles y el viejo reloj del Port Vell.

El trayecto por el litoral ofrece un trío ideal: mar, música y unas vistas espectaculares

CON BRISAEl trayecto de ida y vuelta por el litoral permite admirar el 'skyline' de Barcelona desde el mar.

CON BRISAEl trayecto de ida y vuelta por el litoral permite admirar el 'skyline' de Barcelona desde el mar.

CRISTINA SAVALL

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La travesía discurre frente al litoral barcelonés a bordo de una golondrina. La emblemática embarcación se remonta a 1888, cuando paseaba por el viejo puerto a los visitantes de la Exposición Universal, los primeros turistas que llegaron en manada para descubrir la modernidad de una ciudad mediterránea que sorprendía con sus fuentes iluminadas, la Rambla y sus floristas, el bullicio, las casas de comidas de la Barceloneta, sus edificios modernistas y las calles con farolas que ya funcionaban con corriente eléctrica.

Esas primeras golondrinas se alimentaban de vapor, solo tenían capacidad para 20 pasajeros y estaban diseñadas para navegar en aguas tranquilas. Las de hoy son catamaranes de dos pisos, con azotea al aire libre, motor diésel y asientos para 150 personas.

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A finales del siglo XIX, las mujeres lucían blusas de seda, largas faldas, sobreros de ala corta, pelo recogido y sombrillas. Y los hombres, trajes de paño, chalecos, peinados con raya lateral, barbas o bigotes. Nada que ver con la imagen uniformada de camisetas de manga corta, pantalones tejanos y gafas de sol que llevan los pasajeros que se embarcan a disfrutar de Music-al Mar. La propuesta, con conciertos o sesiones de Dj más aperitivo, se concentra los sábados al mediodía en primavera y, a partir de verano hasta septiembre, se añaden las noches de los jueves y domingos con el aliciente que el viaje se inicia con la puesta de sol. Un hora navegando bajo las estrellas con la opción de contemplar la silueta de la costa vista desde el mar o evadirse bailando al ritmo del oleaje.

HORARIO FAMILIAR

"Iniciamos esta experiencia el año pasado con noches de flamenco, rumba y jazz. Ahora hemos abierto la franja del mediodía buscando un público más familiar, pero las vistas nocturnas de Barcelona son alucinantes", explica Manel Roca, adjunto a la dirección de Sirenas, la empresa propietaria de Las Golondrinas. "Por la noche se baila mucho más".

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Andar y desandar el camino hacia el Fòrum durante una hora es la ruta de navegación. Por el trayecto se contemplan las Drassanes Reials, entre la Rambla y el nacimiento del Paral.lel; el centro comercial Maremágnum, obra de los arquitectos Helio Piñón, Albert Viaplana, Rafael Coll; el Hotel Arts y la Torre Mapfre, los rascacielos de la era olímpica; la Torre del Rellotge en el muelle de pescadores, los almacenes portuarios, el funicular, los colosales cruceros anclados, el rompeolas y el hotel W, diseñado por Ricardo Bofill en en el Moll de Llevant, el Miami barcelonés.

De día, al haber más tráfico marítimo, el barco no se acerca tanto a la costa. Además de Music-al Mar, que cuesta 15 euros, Las Golondrinas tienen programados varios tours, pero todos zarpan desde el Portal de la Pau, junto al muelle de Drassanes, bajo el monumento de Colón, y recorren varias millas.